Vaya, Juan, me has traido a la memoria recuerdos dolorosos. Mi madre agonizó con terribles dolores durante más de tres meses en un hospital de Valencia. Ella me pedía que la ayudara a irse, y le dije al médico que la durmiera para que no sufriera más, y ¿sabes qué? Me puso verde a insultos y casi me denuncia. No entiendo cómo la medicina propone sacrificar a nustyras mascotas cunado sufren mucho y se escandalizan y apelan a la moral cuando les pedimos que ayuden a los enfermos terminales para que no sufran.La hipocresía de siempre. Un abrazo
Tremendo tema nos traes hoy Juan. Yo también he recordado y he sentido una punzada fría en el corazón. No voy a añadir nada más, todo lo has dicho tú en tus versos.
Yo he pasado por el final lento y agónico de mis padres y más reciente por el de mi suegro que estuvo en cama y sujeto por un cinturón durante dos largos años con sus días y sus noches. De pesar más de ochenta kilos hasta quedarse en 25. o sea, huesos y pellejo. Va a hacer un año y no sé el porqué vuelvo a recordar aquello. Ha sido doloroso, aunque parte de mi vida y como tal no puedo borrarla. Yo, y en estos casos, apruebo la eutanasia, inclusos para mí si fuese el caso.
Tú también lo tienes cercano, Elena. Hay poemas que no necesitan ser extensos y puede que ni ser escritos. Aunque yo opino que la realidad es esa u otra, triste o no, y hay que llamarla en cada caso por su nombre.
A pesar del sufrimiento
ResponderEliminarmientras hay vida
apenas un aliento,
hay esperanza
¿quién sabe?
lo milagros existen,
un abrazo
Vaya, Juan, me has traido a la memoria recuerdos dolorosos. Mi madre agonizó con terribles dolores durante más de tres meses en un hospital de Valencia. Ella me pedía que la ayudara a irse, y le dije al médico que la durmiera para que no sufriera más, y ¿sabes qué? Me puso verde a insultos y casi me denuncia.
ResponderEliminarNo entiendo cómo la medicina propone sacrificar a nustyras mascotas cunado sufren mucho y se escandalizan y apelan a la moral cuando les pedimos que ayuden a los enfermos terminales para que no sufran.La hipocresía de siempre. Un abrazo
Tremendo tema nos traes hoy Juan. Yo también he recordado y he sentido una punzada fría en el corazón.
ResponderEliminarNo voy a añadir nada más, todo lo has dicho tú en tus versos.
Un abrazo.
La esperanza, cuando no hay lugar para los milagros y todos sufren, pasa a llamarse otra cosa.
ResponderEliminarUn abrazo Mª Teresa
Yo he pasado por el final lento y agónico de mis padres y más reciente por el de mi suegro que estuvo en cama y sujeto por un cinturón durante dos largos años con sus días y sus noches. De pesar más de ochenta kilos hasta quedarse en 25. o sea, huesos y pellejo. Va a hacer un año y no sé el porqué vuelvo a recordar aquello. Ha sido doloroso, aunque parte de mi vida y como tal no puedo borrarla. Yo, y en estos casos, apruebo la eutanasia, inclusos para mí si fuese el caso.
ResponderEliminarUn abrazo Juan
Tú también lo tienes cercano, Elena. Hay poemas que no necesitan ser extensos y puede que ni ser escritos. Aunque yo opino que la realidad es esa u otra, triste o no, y hay que llamarla en cada caso por su nombre.
ResponderEliminarUn abrazo