LA CASA
Pongo nombre
a medio corazón
en una calle
donde aún hay preguntas que esperan,
en la ciudad que fue
cuento todavía,
cielo de repente.
Llamo a un niño
que nadie escucha
al pie de la casa escrita
y a su rostro ya vivido.
Hay números a la mesa.
La huella de la sangre
dibuja lo que está
mojando en más de un cuerpo.
Y de pronto calla su gracia.
Qué manera de manejar palabras Juan, lo tuyo es puro malabarismo.
ResponderEliminarCuántos niños, cuántas casas que ya no son.
Un abrazo.
Yo a eso lo llamo raíces... me ha gustado mucho como todo lo que escribes.Un besazo
ResponderEliminarSigo yendo a esa casa a diario -tenemos allí la oficina- y allí ya no vive nadie. A veces asaltan los recuerdos.
ResponderEliminarUn abrazo Elena
Hay lugares que conservan las voces de las personas que allí claudicaron. Sus cuerpos invisibles deambulando como si no pasara nada.
ResponderEliminar¿raíces? yo no sabría como llamarlo.
Un abrazo Pepi