juanitorisuelorente -

sábado, 29 de agosto de 2020

ROMANCE INTERMINABLE


 (Imagen de la red)













En antes del después

de un romance interminable

tuvo en una noche en blanco

al amor en el alambre

con la rabia entre los dientes

y preguntas en el aire.

Esa luz tan repentina

que por fin mi nombre blande

me llama a ser en tu vida

el puerto de nuestra sangre

si el mar renace en tus venas

junto al nudo, en los lugares

donde manda el corazón,

donde tú nunca lo abres.

Al notar que algo no entiendes

te responde lo inmutable

con un seísmo de frío

y epicentro en los instantes,

cumbre que pisamos juntos

con cielos a nuestro alcance,

que creíste solo un rumbo

a una existencia agradable

con caminos a las horas,

a los años, sin notarse.

Por tanto cada te quiero

era una cosecha de nadie,

solo un breve forcejeo

con la derrota en la carne

que no daba para dos,

forjando de dos el cauce.

Y en este verano, el mar

nos vuelve a unir, tan distante,

con los versos a su abrigo

de un romance interminable,

los versos que, como musa,

tú me dictas si te place

en la estructura fetiche

de tus momentos más grandes

en este año, amor, distinto

si ya en ti en futuro arde

y me entrego a tu conquista

con la vida por delante.

Pasa el lunes, corazón,

y se encadena el romance

tanto a tus días de mar

como al verso que ame un martes

que te echa un mundo de menos

en una asonante nueva

porque amarte con locura

es del día que hoy te besa,

hoy rendido a las entrañas

del puntal de mi existencia,

la mujer que me construye

y me abraza cada grieta

con sencillez en los ojos,

con la vida que le quema,

la mujer que amarra al cielo

a mi voz que aún me tiembla

por tanta primera vez

en las cosas más pequeñas,

la mujer que encuentra al hombre

con la sonrisa desierta,

el sentimiento sin alma

viviendo bajo las piedras,

alejado de la gente,

con la sangre sin bandera,

tan ajeno a los detalles

como afín al alma yerma,

y le sabe ver ternura

arrancando la maleza,

y le sabe oír la voz

que le escribe cosas bellas,

le abre los ojos a sí,

a todo el brillo que apresa

la losa de oscuridad

de la vida sin esencia,

y le acoge entre sus horas

más extrañas y complejas,

un tiempo donde su vida

vaga ajena a toda huella

con el rumbo a su mañana

entre senderos de niebla,

y le acoge entre sus horas,

y juntos son agua y tierra,

un abrazo entre las ramas

de los días sin cabeza,

sin buscar otro sentido

que el de unir dos almas muertas.

Años que saben a trigo,

a rosas, lluvia y poema,

que nos va forjando el yunque

de las miradas estrechas,

el sentirnos sin pensar,

el amar sin darnos cuenta

a ese cuchillo en los ojos

que nos late en cada vena,

y en el que hoy al fin me ves

como un palpito a tu vera.

Y tras el martes que acaba

hay un miércoles que arenga,

porque tres días sin verte

tienen besos de un te quiero

bajo la piel de lo azul

hacia los cielos del tiempo,

lleva a tu rostro en los labios

desnudando los recuerdos,

porque tres días sin verte

ponen a prueba a lo eterno,

al amor de viva voz

que necesita silencios,

las costuras del abrazo

desollándonos los huesos

y ese beso a la deriva

como náufrago sin remos

hacia las islas perdidas

de nuestras mares más densos,

porque tres días sin ti

me hieren el pensamiento

si tengo sed de tu sangre,

si se me clavan los miedos

cuando el mundo de vacía

en cada escena que sueño:

un café frente al castillo,

ir al cine, o un paseo,

un rato con la familia,

con amigos, solo nuestro,

compartiendo día a día

lo más simple y tan inmenso:

dos corazones unidos

que laten al mismo tiempo.

Y roza el romance un jueves

y continuo sin verte,

sigo mecido en tu rostro,

en tus mares de agua verde,

en imágenes que enmarco

a diario cientos de veces,

que siempre beso en el móvil

con tu voz aún caliente

si revisto, corazón.

tu nombre por mis paredes

y malvivo en los instantes

que día y noche no te tienen,

si decir: Te echo de menos,

es ya una frase de siempre,

otro verso a las esquinas,

a volver al mundo inerte,

y ya nos necesitamos,

no nos sirve el beso agreste,

las miradas que, en segundos,

cruzan ríos sobre puentes

ni que nuestras manos rocen

los universos que duermen,

no nos sirven los poemas

con los secretos ecuestres

de ese tinte de misterio

que solo saben los peces

porque el necesitarnos

es un salto hacia la gente,

hacia el: A nadie importa

que amemos hasta a la suerte,

la de habernos conocido

tras un pasado indeleble,

que amemos a la evidencia

si entre los pasos nos hierve

ese sol en los latidos

cuando alguno se haya ausente,

aunque haya un salto a la espera

porque amar así desee,

pero hay rosas al oído

y los ojos ya nos muerden

con palabras de otra cumbre

porque te rompen tus redes.

Hoy es jueves, y el regreso

es de un mar con otro brillo,

de un ansia que me desnuda

lo que soy, en ti, tan niño,

de una sensación alada

que me lleva a estar contigo

de la mano de las olas

que van perdiendo su brío

y te acercan a la tarde

apurando hasta lo nimio

tanta brevedad del mar

en otro año, tan esquivo,

en el que estrujas las horas

hasta el último suspiro,

si hoy es jueves, y el regreso

dará un salto a los abismos

porque somos agua y tierra

y fuego hay en nuestros hilos.

Yo quisiera amanecer

recorriendo tus latidos,

estrujándonos el aire

hasta escucharle sus gritos,

ser tu día y tu noche

sin segundos de respiro.

Yo quisiera amanecer

en tu rostro por los siglos,

y a ese tiempo que nos mata,

que quiere imponer su sino,

donde la vida no llega

y hasta un beso es laberinto,

quiero hablarle al corazón,

quiero decirle a su oído

que vuela en manos del ciego

el amor hasta su Olimpo,

que la espera y sus afueras

cuando todo está nacido

es un sol que busca herencia

en la sed que no anda ríos,

mas que quiero hasta la espera

porque te amo el infinito

si en el antes del después

del romance que termino

tuvo en una noche en blanco

a tu amor entretejido

a la rabia entre los dientes

y preguntas al destino.

Te quiero.