juanitorisuelorente -

martes, 22 de diciembre de 2020

LA INTIMIDAD DE LA OBRA (63)


 











En mis pasos sin futuro

aún reside algún rescoldo

si anda rudo lo creativo

en la edad de los escombros,

constructora de un mañana

con la obra sin los ojos,

aún alma y corazón

con todos los sueños solos.

Sigo andando hacia el abismo

con la sudor siempre al hombro

sin negar brazos al tiempo

ni eludir un metro angosto

mas la edad tiende a ser playa

y a su ruina pone morro,

a caer a los sillones

como un pez tocando fondo,

todo un canto y su aleluya

por la luz que sueñan otros,

un buen fin que me he ganado

con la sangre sin adornos,

pero mil años de lucha

aunque hagan oídos sordos

que saben de haber cumplido

sin pedir peras al olmo.

Bien está que necesite

de sus últimos esbozos,

de ese contador siniestro

que premia a los cuerpos rotos

con la mísera pensión

y la frase “El tiempo es oro”.

Bien está que estando activo

sigue la piel en remojo

con la sangre en su apretura,

con la mente en tiempos mozos,

y aunque esté muy bien, señores,

que resista con aplomo

¿es que no tienen vergüenza?

¿Quieren ya buscarse a un mono?


sábado, 24 de octubre de 2020

SON SOTA, CABALLO Y REY...












SON SOTA, CABALLO Y REY

los señores de la guerra,

ellos mandan a las armas

a los peones de briega.

Cuando no existe construyen

el hedor de las trincheras,

el miedo en las bambalinas

de la vida que sestea

porque en la vida la muerte

es del nombre que no cuenta,

no pesa ni suma al mundo

más grosor para la piedra.

Va cambiando de figura

el puñal por las aceras,

de la espada al estallido

con las entrañas desiertas

a la muerte silenciosa

con familias a la mesa.

Son sota, caballo y rey

quienes a capricho velan

por cuidar la zona roja

de los mundos que se hibernan

para el principio inmortal

de tanta locura extrema.





 

sábado, 29 de agosto de 2020

ROMANCE INTERMINABLE


 (Imagen de la red)













En antes del después

de un romance interminable

tuvo en una noche en blanco

al amor en el alambre

con la rabia entre los dientes

y preguntas en el aire.

Esa luz tan repentina

que por fin mi nombre blande

me llama a ser en tu vida

el puerto de nuestra sangre

si el mar renace en tus venas

junto al nudo, en los lugares

donde manda el corazón,

donde tú nunca lo abres.

Al notar que algo no entiendes

te responde lo inmutable

con un seísmo de frío

y epicentro en los instantes,

cumbre que pisamos juntos

con cielos a nuestro alcance,

que creíste solo un rumbo

a una existencia agradable

con caminos a las horas,

a los años, sin notarse.

Por tanto cada te quiero

era una cosecha de nadie,

solo un breve forcejeo

con la derrota en la carne

que no daba para dos,

forjando de dos el cauce.

Y en este verano, el mar

nos vuelve a unir, tan distante,

con los versos a su abrigo

de un romance interminable,

los versos que, como musa,

tú me dictas si te place

en la estructura fetiche

de tus momentos más grandes

en este año, amor, distinto

si ya en ti en futuro arde

y me entrego a tu conquista

con la vida por delante.

Pasa el lunes, corazón,

y se encadena el romance

tanto a tus días de mar

como al verso que ame un martes

que te echa un mundo de menos

en una asonante nueva

porque amarte con locura

es del día que hoy te besa,

hoy rendido a las entrañas

del puntal de mi existencia,

la mujer que me construye

y me abraza cada grieta

con sencillez en los ojos,

con la vida que le quema,

la mujer que amarra al cielo

a mi voz que aún me tiembla

por tanta primera vez

en las cosas más pequeñas,

la mujer que encuentra al hombre

con la sonrisa desierta,

el sentimiento sin alma

viviendo bajo las piedras,

alejado de la gente,

con la sangre sin bandera,

tan ajeno a los detalles

como afín al alma yerma,

y le sabe ver ternura

arrancando la maleza,

y le sabe oír la voz

que le escribe cosas bellas,

le abre los ojos a sí,

a todo el brillo que apresa

la losa de oscuridad

de la vida sin esencia,

y le acoge entre sus horas

más extrañas y complejas,

un tiempo donde su vida

vaga ajena a toda huella

con el rumbo a su mañana

entre senderos de niebla,

y le acoge entre sus horas,

y juntos son agua y tierra,

un abrazo entre las ramas

de los días sin cabeza,

sin buscar otro sentido

que el de unir dos almas muertas.

Años que saben a trigo,

a rosas, lluvia y poema,

que nos va forjando el yunque

de las miradas estrechas,

el sentirnos sin pensar,

el amar sin darnos cuenta

a ese cuchillo en los ojos

que nos late en cada vena,

y en el que hoy al fin me ves

como un palpito a tu vera.

Y tras el martes que acaba

hay un miércoles que arenga,

porque tres días sin verte

tienen besos de un te quiero

bajo la piel de lo azul

hacia los cielos del tiempo,

lleva a tu rostro en los labios

desnudando los recuerdos,

porque tres días sin verte

ponen a prueba a lo eterno,

al amor de viva voz

que necesita silencios,

las costuras del abrazo

desollándonos los huesos

y ese beso a la deriva

como náufrago sin remos

hacia las islas perdidas

de nuestras mares más densos,

porque tres días sin ti

me hieren el pensamiento

si tengo sed de tu sangre,

si se me clavan los miedos

cuando el mundo de vacía

en cada escena que sueño:

un café frente al castillo,

ir al cine, o un paseo,

un rato con la familia,

con amigos, solo nuestro,

compartiendo día a día

lo más simple y tan inmenso:

dos corazones unidos

que laten al mismo tiempo.

Y roza el romance un jueves

y continuo sin verte,

sigo mecido en tu rostro,

en tus mares de agua verde,

en imágenes que enmarco

a diario cientos de veces,

que siempre beso en el móvil

con tu voz aún caliente

si revisto, corazón.

tu nombre por mis paredes

y malvivo en los instantes

que día y noche no te tienen,

si decir: Te echo de menos,

es ya una frase de siempre,

otro verso a las esquinas,

a volver al mundo inerte,

y ya nos necesitamos,

no nos sirve el beso agreste,

las miradas que, en segundos,

cruzan ríos sobre puentes

ni que nuestras manos rocen

los universos que duermen,

no nos sirven los poemas

con los secretos ecuestres

de ese tinte de misterio

que solo saben los peces

porque el necesitarnos

es un salto hacia la gente,

hacia el: A nadie importa

que amemos hasta a la suerte,

la de habernos conocido

tras un pasado indeleble,

que amemos a la evidencia

si entre los pasos nos hierve

ese sol en los latidos

cuando alguno se haya ausente,

aunque haya un salto a la espera

porque amar así desee,

pero hay rosas al oído

y los ojos ya nos muerden

con palabras de otra cumbre

porque te rompen tus redes.

Hoy es jueves, y el regreso

es de un mar con otro brillo,

de un ansia que me desnuda

lo que soy, en ti, tan niño,

de una sensación alada

que me lleva a estar contigo

de la mano de las olas

que van perdiendo su brío

y te acercan a la tarde

apurando hasta lo nimio

tanta brevedad del mar

en otro año, tan esquivo,

en el que estrujas las horas

hasta el último suspiro,

si hoy es jueves, y el regreso

dará un salto a los abismos

porque somos agua y tierra

y fuego hay en nuestros hilos.

Yo quisiera amanecer

recorriendo tus latidos,

estrujándonos el aire

hasta escucharle sus gritos,

ser tu día y tu noche

sin segundos de respiro.

Yo quisiera amanecer

en tu rostro por los siglos,

y a ese tiempo que nos mata,

que quiere imponer su sino,

donde la vida no llega

y hasta un beso es laberinto,

quiero hablarle al corazón,

quiero decirle a su oído

que vuela en manos del ciego

el amor hasta su Olimpo,

que la espera y sus afueras

cuando todo está nacido

es un sol que busca herencia

en la sed que no anda ríos,

mas que quiero hasta la espera

porque te amo el infinito

si en el antes del después

del romance que termino

tuvo en una noche en blanco

a tu amor entretejido

a la rabia entre los dientes

y preguntas al destino.

Te quiero.


domingo, 14 de junio de 2020

PRINCIPIO, EN FIN (Romance heroico)

(Imagen de la red)

















Necesita latir el corazón
en el roce más leve de los ojos
sobre el alma que traza el cuerpo amado
para ser el que lleve el cielo al hombro.
Necesita en la sangre una sonrisa,
una voz que penetre por los poros
para huir a caballo al horizonte
trotado en el oído cuerdo y loco.
Es quién toma las riendas del destino
cuando el tiempo tiene el silencio roto
y en su cuna el espacio se comparte
con el triste rugir del mar de fondo.
Él es el rey que sesga con su espada
al latir por latir del acomodo
cuando vuelve a ser canto en las esquinas
con la indigencia en flor, perdido y solo.
Necesita sentir su paz más niña
atada a un beso para ser de oro,
necesita abrazar en un abrazo,
ser de la carne erguida o sus escombros
para reinar por siempre sangre adentro
en los mundos de dos como un tesoro.
Así, ante el verso, el viento que no ruge,
ante el mar con la calma en los esbozos,
ante el fuego cercado por el humo
le toca recobrar su faz de lobo
con la luz natural que sabe a vida
con la conciencia alada, el alma al rostro
aunque le siga obrando lo perdido
en un latir frugal de golpe romo
si ya no hay paso atrás cuando hace frío
y el invierno es el dueño poco a poco
del sentido más simple del amor
que es arder, respirar dentro del otro.


domingo, 29 de marzo de 2020

LA MORENITA




















Cruzando el manto rugoso
del corazón de la sierra,
como por hilos bordados,
asciende la carretera
hacia el rostro más sencillo
que ha de tener una reina.
Cuando su imagen me abraza
y me derrito en la piedra
voy por la orilla del mundo
rozando ríos y estrellas
a un lugar, donde mi fe,
rompa castillos de arena,
y lo que me crezca a espejo
de una mirada desierta,
de un horizonte sin alma,
de un corazón sin cabeza.
Madre, vuelvo a tu Santuario
cuando me salta la verja
el fulgor de las palabras
que nunca encuentran respuesta,
cuando en la tierra y su espanto
anda huyendo la inocencia,
cuando en tu lecho de rosas
dejo a mi rosa a la espera
de un destello refulgente
en mi dorada tiniebla,
cuando, Madre, necesito,
en la sed que me atormenta,
que me llueva hasta tu nombre,
¡Madre de Sierra Morena!

martes, 3 de marzo de 2020

FELICIANO Y LA FELICIDAD (Relato corto)

(Imagen dela red)


















Que Feliciano no era feliz lo sabía hasta por sus días más felices. Y tan empecinado estaba en conseguirla que la ascendía y ascendía hasta su cumbre más aguda y siempre acababa con la misma sensación de vacío y soledad.
Feli, se decía, ha de haber algo más allá, algo que pueda mantenerla firme y constante, otro tipo de felicidad que no nos abandone nunca”.
No podía pensar que llegase tan natural, tan como si no ocurriese nada, y que, tras disfrutarla unos momentos con el corazón, le llenase el alma, y se alejase sin más, sin poder retenerla.
No podía ser tan esquiva, tan generosa y abierta, y de pronto dar la espalda y desaparecer, sin un adiós,sin un ahora vuelvo. Y Feliciano lo llevaba muy mal. Él se sentía feliz, estaba casado, tenía dos hijos, niño y niña, preciosos, un casa en un lugar tranquilo, un trabajo de funcionario, y en su entorno reinaba la cordialidad y el esparcimiento. Él era abierto, dócil, y se mecía en un mar que poco enturbiaba la vida oscura y farragosa.
Tan a gusto estaba que cuando notaba un mínimo freno en su felicidad, un mínimo descanso, rabiaba. Y saltaba todo por los aires cuando ocurría algún imprevisto y la huida era siempre inevitable.
Tenía claro que la felicidad debía estar, residir en cualquier parte, en un palacio de ensueño, y que celosamente mantendría en secreto. Un lugar no muy lejano, pues si se lo proponía llegaba con rapidez: tomando una copa, jugando con los niños, haciendo el amor a su Maruja; aunque efímera, demasiadas veces, pero como algo muy suyo, algo que englobaba a todo lo suyo, y que ya necesitaba solo para sí.

  • Maruja -le dice aquella mañana en que cavila ir en su busca- ¿Eres feliz?
Maruja ya llevaba tiempo observándole, viéndole abstraído, y temiendo lo peor.
  • Claro, ¿por qué no? -le responde.
  • Pero...,¿eres feliz todo el tiempo?
  • ¿Por qué no, chiquillo -le arrulla mirándole a los ojos- no nos falta de nada, estamos sanos, nuestros hijos también, la felicidad es eso.
  • La felicidad va y viene, y mientras tanto hay una vida en la que no aparece, como si no existiera- exclama Feli mirando al infinito
  • Si estuviese siempre sería empalagosa, ¿no crees?
  • ¿Empalagosa?, ¿empalagosa? -vocea alterado- ¡si el objeto de la vida es ser feliz!, ¡si ese es su único sentido!, ¿como puede ser empalagosa?
  • Tranquilo, león -le dice Maruja acariciando su hombro- la vida es lucha y desasosiego, y la felicidad vuelve cuando se van venciendo los momentos duros.
  • No estoy de acuerdo -brama Feli, todavía irritado- Si no se marchase esos momentos no pasarían, ¡jamás sufriríamos por nada!,¡incluso el sufrimiento sería feliz!, ¡se aceptaría como parte de la felicidad!

Maruja se cansa,y le sale lo que lleva dentro:
  • ¿No estarás enamorado de otra?
Él la mira y sonríe.
  • No sé -contesta.
Maruja esboza un gesto agrio, y él la besa.
  • Te quiero, pero ¿sabes?,también quiero ser feliz plenamente.
  • Y lo eres, ¿no te das cuenta?
  • No, Maruja, plenamente no. No la quiero a medias y cuando le apetezca a ella. La quiero las veinticuatro horas y todos los días de mi vida.
Maruja se enfada. Como broma le molesta.
  • Debería verte un médico -le dice.
  • Voy a ir a buscarla, Maruja -sentencia Feli, muy serio.
  • Estás loco -grita Maruja con enfado, y se marcha con aspavientos.


Esa noche, Feli, no podía dormir. Maruja no le permitió rozarla siquiera, y vagaba por lugares oscuros y vaporosos. Sudaba, pero más por nerviosismo que por este calor premioso que ya anunciaba el verano. Y no lo pensó . Echó a la mochila algo de ropa, una botella de agua, cogió algo de dinero, besó a los niños que dormían y saltó a la madrugada.
Feliciano vivía en las afueras de la ciudad, pero desechó la idea de irse en coche. Sabía que no sería una búsqueda cómoda,y que la hallaría donde menos pudiera imaginar. Seguro que, como inicio, donde la felicidad más pudiera estar ausente.
Hacía una noche infame, de un sopor molesto e irrespirable. Recorrió más de un kilómetro por las aceras de varias urbanizaciones, rozando setos y ladridos. Y se dirigió al centro, a un barrio por el que no pasaría ni en coche, cuna de droga y prostitución.
Miraba en las primeras casas los signos evidentes de dejadez y pobreza, cuando una sombra le sacó de sus temblores y dudas. Sombra de un hombre orondo, bajito, de mediana edad y que intentaba escurrirse en el anonimato. Pero Feliciano le frena.
  • ¡Hombre, Benitez!, ¿qué haces por aquí?

  • Vaya, Feli -dijo éste, simulando estar sorprendido- ¿Y tú?

  • Yo voy en busca de la felicidad.

  • Vaya -balbucea Benitez- no sabía que tú también...

  • A ver, Benitez -le aborda ya Feli sin preámbulos- ¿Tú eres feliz?

  • Pues..., mira, sí, en este momento sí.

  • Pero..., ¿la tienes permanente? ...a ver, quiero decir, ¿la tienes

constante?

Benitez se rasca la cabeza.

  • Hombre, ha durado un buen rato..., y no se ha marchado todavía.

  • ¿Ves? -le golpea Feli en el pecho- ese es el problema,que esperas que

se vaya como algo normal.

Benitez, entre las sombras, se acerca a la tibia luz que desprende una farola

para verle bien la cara.

  • Oye, Feli, ¿te encuentras bien?

  • No como quisiera, amigo Benitez -le responde con la mirada en el

fondo de la calle, perdida en lo oscuro. Luego regresa unos segundos

para mirar a Benitez, y susurrarle- Busco estar cien por cien feliz, no

creo hacer con eso daño a nadie.

Benitez resopla. Pero empieza a interesarse por el tema. Conoce bien a Feli

y sabe que detrás de esta aparente idiotez debe haber algún trasfondo

lógico, puede que alguna sana aventura.

  • ¿Y como esperas conseguirla? -le pregunta.

  • No lo sé. No tengo ni idea -responde Feli, de pronto algo abatido,

pero se repone- Pero tengo claro que no voy a consentir ni una sola

vez más que me deje tirado.

  • A ver, a ver -insiste Benitez- dices que está y no, que va y que

viene...

  • Claro.

  • ...y que la buscas para que se quede todo el rato, solo para ti.

  • Solo para mí la mía. Yo no quiero la de nadie.

  • Pero..., chico, a ver -cavila Benitez- Vives como un marajá, no te falta de nada, me consta saberlo. Y no entiendo ni jota. La felicidad come de tu mano. La tienes a tu gusto. Si te hablase de la mía fliparías, si ya solo la noto cuando vengo a casa de la Juani y me cepillo a alguna nueva, como hoy a Bumba. Que, por cierto, es impresionante, tío -y la describe haciendo gestos ostentosos.

  • ¿Bumba? -pregunta Feli sin dejar de mirar infinitos.

  • Una africana, recién llegada de sepa Dios. Una mujer culta, maestra de escuela, con la que, después de eso, he estado hablando de mil cosas súper interesantes, como conociéndonos de siempre. Maestra, y mira como acaba. Y para colmo la Juani la ha echado. Ha entrado al cuarto gritando que eso es un negocio, de trabajo rapidito y no un lugar de charla, y que había clientes que se habían marchado. La ha echado y yo me he ido con ella. La he dejado en un parque. No tiene donde ir, la pobre.

Feli no puede creerlo.

  • ¿La has dejado tirada?, ¡qué poco corazón!

  • Pero, Feli -responde Benitez con gesto agrio- solo faltaría..., tengo ex suegra, ex mujer, ex hijos, ex trabajo. Es una tía estupenda, pero estoy tieso, ¿qué podría yo hacer por ella?

  • No es un perro, Benitez -le dice Feli apretándole el hombro- podrías estar acompañándola, y a lo mejor se sentiría feliz.

Al decir esa frase, el rostro de Feli se ilumina. “Se sentiría feliz”, le martillea en el oído.

  • ¡Claro! -estalla silenciosamente- ¡Hacer feliz!, ¡hacer feliz a alguien!, ¡eso da y reporta felicidad!

  • ¿Qué...? -susurra Benitez, abstraído.

  • ¡Benitez! -le grita Feli.

  • ¡¡Qué...!!

  • ¿Donde está ese parque?

El parque “El alcubón” es un nido de víboras diurnas en el que no cabe el juego de un niño. Feli lo recuerda de pasada, de circundarlo con el coche y de cuando su padre le advertía que jamás pusiese sus pies en él. Un lugar tabú que no ha tenido la necesidad de descubrir nunca.
Y en él se adentra entre setos y bajo oscuridades extremas, con la mirada intermitente, entre algunas ventanas de alrededor con las luces encendidas y televisores a todo volumen, y el interior de aquel laberinto sinuoso que, como una selva en su arbolado y suelo de montañas de desechos, es ideal para todo tipo de intimidades y comercio.
Benitez va delante. Intenta recordar donde dejó a Bumba hace un rato. Feli le sigue con el corazón varado metros antes, pero con esos pasos extra que su interior empuja con ánimo emergente.

  • Aquí, Feli -señala Benitez, sobre un banco, a un bulto en postura fetal.
Bumba duerme. Feli la observa unos segundos. Recrea la mirada en una mujer negra de muslos explosivos y senos flácidos, en un rostro curtido por la vida en guerra.

  • ¡Bumba!, ¡Bumba! -le zalea el hombro Benitez.

Ella da un salto felino y hace gestos de defensa con los ojos aún cerrados.

  • Tranquila -la calma Benitez- Soy yo, y vengo con un amigo.

Bumba se recuesta.

  • ¡Dejadme en paz!, ¡tengo el cuerpo cerrado!
  • No venimos a eso, tonta. Mi amigo está buscando a la felicidad.

  • Pues yo no conozco a ninguna -gruñe Bumba, e intenta volver a su

profundo sueño- ¡dejadme en paz, tarados!

  • Bumba, me llamo Feliciano -masculla con un ligero temblor- Me

gustaría hacerla feliz.

Bumba salta como una gata salvaje, y ríe a carcajadas.

  • ¿Tienes un billete de quinientos euros?

  • Claro -responde Feli, y hurga con rapidez en su cartera. Lo encuentra

y se lo ofrece.

Bumba recela. Retrocede unos cuantos pasos. Benitez intenta tranquilizarla.

  • Es buena gente, Bumba, le conozco desde niño. Algo soñador, pero

buena gente.

  • ¿Y tú? -le grita Bumba- ¿Quién coño eres tú?
Bumba coge el billete que le extiende Feli, lo mira como si fuese falso o

una broma, y sigue con los brazos extendidos sin dejarles acercarse.

  • ¿Y esto por qué?, ¿a cambio de qué?

  • A cambio de hacerla feliz -le contesta Feli- No tiene que hacer nada.

Bumba delira, gambetea, hace ademán de marearse.

  • Estáis locos,como una cabra. ¿Tenéis una cámara oculta?, ¿hoy toca

reírse de la negra?

  • Por favor, Bumba, tranquilícese, y siéntese, por favor -le pide Feli.

  • Déjale hablar, Bumba -insiste Benitez.

A regañadientes, se sienta.

  • Ese dinero ya es tuyo -dice Feli- Y no tienes que hacerme nada. Yo

no busco eso de ti, sino solo tu felicidad, y la mía. -Feli cambia el
gesto y añade su sempiterna pregunta- ¿Eres feliz?

Bumba alza la vista y responde con sarcasmo:

  • ¿Feliz?, ¿qué es eso? No recuerdo haberlo sido alguna vez. Quizá cuando me casé..., di a luz a mis dos niños..., y nunca nadie me ha regalado nada. Debería rechazar este dinero, o ganármelo.

  • No, no, es tuyo, de corazón – dice Feli, y continúa con la mirada perdida en lo oscuro- Yo creo que tú y yo hemos hecho lo mismo. Tú un buen día abandonaste tu casa buscando una nueva vida, a la felicidad, en suma, y yo acabo de abandonar la mía buscando ser feliz plenamente...

  • La felicidad plena no existe – le interrumpe Bumba.

  • Ni de coña -apostilla Benitez.

  • Pues a mí me deja un vacío enorme cuando no la siento cerca – continúa Feli con los ojos algo llorosos- Sobre todo en esos momentos en que nada de lo que tengo me satisface, en ese más allá que no alcanzo ni rozo, y es en esos instantes cuando esa felicidad que me falta copa el protagonismo de todo mi deseo, de toda mi ambición, de todas mis ganas de lucha.

Bumba ríe con ganas y le espeta:
  • ¡Tú estás enamorado!, je,je, ¡tienes todos los síntomas!
  • Puedes tener razón -dice Benitez rascándose la barba, y se dirige a Feli- Esa es la felicidad que buscas, amigo mío.
Feli queda pensativo. Se sienta al lado de Bumba, y mueve la cabeza sin decir una palabra. Luego susurra:
  • Pero yo en mi corazón no tengo a nadie. Estoy seguro.
  • Tienes a la felicidad -dice Bumba- A esos pequeños lunares que van conquistando al resto de tu vida. Buscas la felicidad porque no amas. Tú quizá no estás convencido de eso pero sí tu subconsciente. Tú tan solo buscas el amor, y estás enamorado, aunque físicamente no tengas a nadie.
  • Te dije que era maestra -dice Benitez, alardeando de haberla conocido, luego vuelve a rascarse la barba- ¡Qué lío!
  • No, corazón, no lo es -sigue Bumba- Yo no soy feliz, ni me interesa estarlo, porque yo no amo ni quiero amar a nadie. Mi marido y mis dos hijos murieron en el viaje. Mi felicidad murió con ellos.
  • ¿Estoy entonces enamorado de la felicidad? -se pregunta Feli con balbuceo- No puedo creerlo. Quiero a mi Maruja, a mis hijos, a mi trabajo, a mi vida, pero algo se viene abajo, se rebela.
  • Me estás dando la razón -dice Bumba.
  • ¡Madre mía! -exclama Benitez, pensativo- A mí me echó mi mujer de casa, no tengo hijos, cobro del paro una miseria, pero... -señala a Bumba- tú me has hecho hoy feliz.
  • No confundas el tocino con la velocidad -sonríe Bumba- Amor me has dado poco, so bestia.
  • ¡Vaya tres! -sonríe al fin Feli, y confiesa- La verdad es que hay una Angelita que...
  • Ya nos vamos entendiendo, je,je -ríe Bumba, y le aprieta el hombro.
  • Puedes dormir en mi casa esta noche, je,je -se ofrece Benitez.
  • ¿Los dos? -sigue riendo Bumba.
Feli escurre una lágrima. Los tres se abrazan sin apreturas.
  • ¿Buscamos un café? -preguntan al tiempo.