juanitorisuelorente -

miércoles, 17 de septiembre de 2014

NANA A UN BESO

(Imagen de la red)
















Para que arda un bosque entero

basta olvidar la llama. Dejar

una puerta mal cerrada, y todo comienza.

Quedarse dormido, y despertar

en la nana de otra madre. Para

que arda la espera basta olvidar el tiempo.

Frenar a la que bulle y vuela

entre los huesos. Flotar

por todos los colores encendidos.

Para que arda un beso basta

olvidar tu cuerpo. Descorrer

la cortina de tus labios, y su ocaso.

Beber futuros por sus calles vacías,


que nadie transita.


martes, 16 de septiembre de 2014

NUNCA POEMA

(Imagen de la red)























Volver a sí,

volver a otra primera vez.

Abrir todas las paredes, darle

nubes para soñar, mapas

desnudos, infinitos del hambre y la sed.

Y sea blanca página, único

espejo para otra vida.

Y nunca poema,


si fue poema su nueva gracia.

miércoles, 10 de septiembre de 2014

DE PASO

(Imagen de la red)

















Lo curioso

de andar de espaldas

es su sinrazón, y para la nada.



Ainss

¿qué llueve lo irresoluble?



Mire, no por sentirnos capaces

hay que desplegar las alas

solo para hacer sombra.



Volar con la realidad,

persistir en la permanencia,

que nos restituyan lo imposible.........

esos son trabajos que hilvanan sentidos.



Estamos tocando puertas de lo inconsolable,

sangra la inocencia, ¿acaso es panacea

la quietud, seguir el juego a lo irreverente?



Es triste que un alma en pena

sea aquella satisfecha de su fracaso.

Ya, lo consciente hoy no se quiebra, pero

qué me dice tras la frontera inminente.



Debe ser mezquina la plenitud

contra la vida, yo no entiendo su mundo,

pero pregunto: ¿Qué cercanía es solo

la que se aleja? Un centro peregrino

es metáfora cristalina. Ir de paso

no es andar perdido. Dígame:



¿Es la intemperie un buen lugar para los nietos?





miércoles, 3 de septiembre de 2014

CINCUENTA Y SEIS EN VERSO (Capítulo XI)

(Imagen de la red)
























Hacia la cumbre
cargo con la bandera. Sigue
el borrón y la cuenta vieja.
Soy blando, y tras cada lágrima
cedo una estampita. Pero hacerme duro
me va haciendo impermeable. Aunque
el ansia por cortar la cinta, y esa goma
que me obliga, tras avanzar, a retroceder
varios pasos, luchan con el mismo corazón.
A mi lana negra
se le van cayendo los lacitos rosas.
El nido y la desbandada son vueltas
de la vida. En una de ellas
el piso como poema acabado,
y un once de febrero como fecha
impuesta e intempestiva. De fondo,
Talumbro es un alma en fuga.
No llevamos el mismo paso. Y poco
me importa ya la plenitud. Todo no es
más que un descender invertido.
La prioridad son otras ataduras,
aventar pasados, nacer desde el primer día.
Un Skoda 120 LS es un joven con ojeras,
y mi segundo jaque mate. Otro objeto
de la lógica rebeldía. Al fin veo luz,
no la luna en un estanque.
Una boda es para vivir,
y que ahí acabe lo exprimido.
En el cielo siento una parte,
y el resentimiento en la otra. Quizá
por eso algunas risas
tienen las líneas de tiza.
Pero delante está la flor, y su aroma.
Es hora, veintiséis y veinticuatro.
Un día que recuerdo como un mar nocturno,
luminoso y plano, como el día que olvidé
para siempre mis sueños de libertad.


CINCUENTA Y SEIS EN VERSO (Capítulos IX, y X)

(Imagen de la red)























IX

Después de hervir en el coso
frente a la vida de cartón piedra,
y beberme el pienso litro a litro,
oía tocar diana sin más falsificaciones.
Pregunté al gremio si era navegable,
todos me dieron con la puerta en la orilla,
y me hice autónomo. Un niño
en un jardín, y con licencia.
El tema segó toda condescendencia
a la juventud, y algo a tientas
fui palpando qué es la realidad
montado a caballo de mis primeras
chimeneas. Llegaba donde otros tosían,
tenían ojos de sapo. Acabé una obra
de tantas al mismo de la familia,
y se me abrió el mar Rojo
para pasar con fe al otro lado. Tenía
veintidos. La sangre hervía en el cine
Hernández con una de risa o de Drácula,
el coche era un arma prohibida, desmantelado
el huerto, el horizonte lucía todas mis piezas
muy desordenadas, así que al tiempo perdido
dibujé manos y manos para pensar de mí,
solo, y de una puta vez de mí.


X

Este es el tiempo de respirar los fracasos,
nimios es cierto, y de ser una y otra vez
ave fénix. Nunca cubría grietas con plastilina,
perdía, pero siempre para ganarme. Este
es el tiempo de que luzcan blancas
las sábanas tendidas, de estar al sol,
o la lluvia, sin un mal gesto, de dar
proyección al cuerpo oscuro.
Conocí a Talumbro, una unión
desigual, mi primera decisión errónea.
Siempre mi sangre, y sus dosis de veneno.
Un cartucho de dinamita atestado,
además, de ilusión, camaradería,
coraje, ganas de comerse el mundo,
y la mecha encendida. Tuvo
su azul inimaginable, una aventura
no apta para empresarios, trampas
hasta para los conejos, pero salió bien.
Creamos un sueño de aire, y sólo
a costa de sufrimiento. Él dejó
las esquinas, mi padre se tragó sus palabras.
Pero la mecha rozaba la irrealidad.
Mi casa era un caos, mis beneficios
para la mierda, mi piso un esqueleto
que debía lucir la piel y los adentros.
Este es el tiempo en que
los veinticuatro, los veinticinco caminaban
a nada, y no. Nunca construye
los que no tiene solución. Y los novios
se cansan de pajearse. Salté la linde.
Me enfrenté al mar. Tenía una barca,
y mis brazos eran los remos.