juanitorisuelorente -

miércoles, 3 de septiembre de 2014

CINCUENTA Y SEIS EN VERSO (Capítulo XI)

(Imagen de la red)
























Hacia la cumbre
cargo con la bandera. Sigue
el borrón y la cuenta vieja.
Soy blando, y tras cada lágrima
cedo una estampita. Pero hacerme duro
me va haciendo impermeable. Aunque
el ansia por cortar la cinta, y esa goma
que me obliga, tras avanzar, a retroceder
varios pasos, luchan con el mismo corazón.
A mi lana negra
se le van cayendo los lacitos rosas.
El nido y la desbandada son vueltas
de la vida. En una de ellas
el piso como poema acabado,
y un once de febrero como fecha
impuesta e intempestiva. De fondo,
Talumbro es un alma en fuga.
No llevamos el mismo paso. Y poco
me importa ya la plenitud. Todo no es
más que un descender invertido.
La prioridad son otras ataduras,
aventar pasados, nacer desde el primer día.
Un Skoda 120 LS es un joven con ojeras,
y mi segundo jaque mate. Otro objeto
de la lógica rebeldía. Al fin veo luz,
no la luna en un estanque.
Una boda es para vivir,
y que ahí acabe lo exprimido.
En el cielo siento una parte,
y el resentimiento en la otra. Quizá
por eso algunas risas
tienen las líneas de tiza.
Pero delante está la flor, y su aroma.
Es hora, veintiséis y veinticuatro.
Un día que recuerdo como un mar nocturno,
luminoso y plano, como el día que olvidé
para siempre mis sueños de libertad.


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