juanitorisuelorente -

jueves, 28 de junio de 2018

LA INTIMIDAD DE LA OBRA (15)


























LA INTIMIDAD DE LA OBRA
(15)
La constancia
y mi insolencia se conjuran
para vencer a todos tus silencios.
Todavía quedan espacios
que me sobreviven
y sigo gozando
de cada pérdida,
de cada llama que me vuelva humo,
porque de ti estoy afuera,
siempre al otro lado,
y mi sangre no se funde a tu corazón.
De tu sueño
me desperté varias veces,
y dejarte habitada
será otra obra cumbre
de un día cualquiera,
apenas cuerpo en una espiral
que me bese el aire.

martes, 26 de junio de 2018

INVIERNO AZUL

(Imagen de la red)















Aún tengo en los bolsillos
sitio para la vida,
un beso que amanece
entre los dedos,
un temblor muy viejo
que cruza puentes.

domingo, 10 de junio de 2018

LA INTIMIDAD DE LA OBRA

















(11)

No buscan laureles
las preguntas aladas,
ni el viento puertos
de morir latiendo.
De mañana hablan el ocaso
y el vientre de los ojos,
del barrio al que se muda
el deseo
con las palabras de yeso.
De mañana pinta
pasillos de lunes a viernes
la mente en esqueleto. Kilómetros
para tomar aliento
en el regazo
de la caligrafía y los libros cumplidos,
aún del sol y sus asuntos,
mas más de las páginas
que huyen del cemento
al corazón de la belleza.


domingo, 3 de junio de 2018

MIS IMÁGENES
























De entre todas las imágenes

que veo siempre de lejos,

La Virgen de la Cabeza

y Jesús el Nazareno

son en mi vida las voces

que escuchan a mis silencios.

No soy de ensalzar sus rasgos

con los primores del verso,

de emborracharme de gracia

buscando nadar el cielo,

ni soy de portar sus andas

hasta faltarme el aliento,

no las siento como hermano

ni vuelo en su mismo techo,

aunque a veces son mis pasos

de "La amargura", y "El cerro",

y les derramo en mi sangre

toda la paz de mis miedos.

Mi devoción sale a flote

en el mar de lo pequeño,

siempre pasando de largo

por sus pilares del tiempo,

como hijo que no les cuida,

ni está entre cuentas ni atrezos.

Mi amor estalla en la sombra,

en el fondo de mi espejo,

sin pasión de multitudes

con el corazón al viento,

no las siento en propiedad

ni de las demás reniego,

pero están entre mis cosas,

mis laberintos de adentro,

y no rezo ni les nombro

aunque presiden mis sueños,

como un padre y una madre

que darán si lo merezco,

siempre abiertas a un abrazo,

al latir de mis secretos,

soportando mis derivas,

mis instantes indefensos.

siempre ellas sobre mi alma,

alzando mi voz del suelo:

¡La Virgen de la Cabeza,

y Jesús el Nazareno!