El tiempo inmenso se me transforma
en horas, minutos, el segundo próximo
que no debiera eludirse, salpicado siempre
de un mundo por descubrir
y del que nunca he logrado
arrepentirme.
Cuando todo empieza a ser extraño
dejo de sentir miedo,
mansamente,
como algo alojado en el estómago
y que asciende a liberarse.
Una realidad áspera
con frecuencia sorprendida
si digo lo que pienso
y no me atormenta lo que ocurra.
Y atrás,
acumulando contradicciones,
vuelve a quedarse
la inquietud,
esa luz tenue
que ya no ilumina
ni dejo acercarse.
Difícil poema para ser desentrañado por alguien ajeno. No obstante es sobrecogedora su belleza, por ello, siempre me quedo con la forma, siempre la forma.
ResponderEliminarUn abrazo Juan.
¿Algo así como no dejarse vencer por el miedo a lo desconocido?
ResponderEliminarSea como sea, se leen cosas que suenan a una gran fortaleza de espíritu...
¡Biquiños!
Hola Elena. Hablo sobre algo lejano en el tiempo pero ineludible, del cosquilleo en el estómago cuando se acerca su fecha y hora, y de la paz que deja enfrentarse al fin a ello haciendo -diciendo- lo que hay que hacer -decir-
ResponderEliminarUn abrazo
Es ese vencer los miedos de uno mismo, Carmen.
ResponderEliminarUn abrazo
Metáforas en el libro de nuestras vidas, reales y dificiles de evitar... como tu lo relatas... el presentimiento vivo en cada ser.
ResponderEliminarTe dejo un ramillete de mañanas claras y felices.
Ir siempre en búsqueda, con la sapiencia de los años, sin angustias, sin temores.
ResponderEliminarabrazo.
La verdad es que sí: aclaradas las cosas, desparecen los miedos.
ResponderEliminarTu poema es un canto a la esperanza en estos días turbios. Un abrazo
Siempre hay algo nuevo por descubrir o aprender, el único impedimento son los propios miedos.
ResponderEliminarBella metáfora!
Abrazos alados, Juanito.
Hola Solina. ¿Eres española? Lo digo por tu blog escrito en español. Me ha gustado, y te sigo.
ResponderEliminarLa experiencia -la edad- me ha hecho ver que para olvidarme de ciertas cosas debo afrontarlas. Lo que se elude atormenta.
Un abrazo
El miedo es un refugio a la intemperie. Nos impide crecer.
ResponderEliminarUn abrazo Halcón peregrino
Juan, entre hombres -con perdón, decimos que a ciertas cosas hay que echarle güevos. Dar la cara. Se queda uno a gusto.
ResponderEliminarUn abrazo
Pié a tierra, qué nos impide caminar hacia lo que sea. El miedo es un muro que crece y crece, si no se hunde, hasta que ya no hay quién lo salte.
ResponderEliminarUn abrazo Diana