Un gran saco de carbón
reuní de tantos años.
Un cofre de galletas de chocolate
y un rifle de plástico,
además de cuatro cachivaches destrozados
(reconocibles todos), le cuelgan por fuera
como en el saco de un hojalatero.
Tenía prisa mi padre en hacerme hombre,
y me dio ventaja,
un azadón con el astil a medida
y campo sin amo
donde capear los humos
sin pedir nada a cambio.
Hoy me apena nuestra lucha soterrada
por la primacía de un terreno baldío:
la inconsciencia.
El tiempo se alejó para siempre
en un tren a ninguna parte.
Fue entonces, en ese umbral donde las promesas
fueron sólo billete de ida
cuando subí a ese tren cualquiera,
desposeído de todo.
Y ahora solo entra por mi ventana la nostalgia,
retazos tibios de adolescencia,
apenas reseñable.
Hola Juan.
ResponderEliminarMuy profundas tus letras.
Tenía prisa mi padre en hacerme hombre,
y me dio ventaja,
También a mi, mi madre me dio ventaja, no sé, si tenía o no prisa por hacerme mujer, no fue un azadón, pero algo parecido, llegan esos recuerdos que viven en nosotros y con nosotros, son parte de nuestra vida.
Un abrazo.
Ambar.
La importancia que le damos a esa época mientras la vivimos no se suele corresponder con lo que después, muchos años después, nos queda de ella en el recuerdo.
ResponderEliminarBiquiños.
Carmen.
Genial, no se puede contar más bonito.
ResponderEliminarMis felicitaciones Juan.
Un abrazo.
En mis cuatro de instituto y de bachiller elemental -de los 10 a los 14- trabajaba en los veranos, y a partir de los 14 y hasta hoy -espero que siga- hube de trabajar todo el año. Ser el mayor de cinco hermanos me abrió esa puerta de par en par y me cerró la de los libros.
ResponderEliminarA los 45 los retomé de nuevo y además empecé a escribir. Creo que lo llevaba en la sangre.
Un abrazo Ambar
Carmen, es muy fácil analizar las cosas a posteriori. Pensar qué pudo haber sido por este u otro camino.
ResponderEliminarLo hecho hecho está y no hay reproches. Ni gana de tenerlos.
Un abrazo
Gracias Elena.
ResponderEliminarLa vida nos conduce aunque creamos llevar el volante nosotros. Nuestro, sí, hay un espacio, pero para maniobrar es muy pequeño.
Un abrazo