El que va a engañar
parece que viene a darnos.
Prudente, afable, como amigo,
hoya mucho en la tan confiada
confianza. No esconden nada
sus palabras, buena presencia,
el dinero por delante, en su mágica
aparición florece el día. De
su recuerdo breve queda luego
un recuerdo largo y meditado.
¿Dónde no supe, qué mirada
emanaba fiel o enrarecida?
El que va a engañar
nos pone a trabajar arruinando
el tiempo a su conjura. Tan
sutil por inocentes,
tan perverso por tontos
y para colmo al principio
agradecidos.
Y para colmo nos engaña. Es que poderoso caballero es don dinero y puede que actualmente, más que nunca. Saludos.
ResponderEliminarAsí es, amigo: lobos con pieles de corderos; palabras que regalan los oídos, promesas que nunca han cumplido y puñal en la mano escondido.
ResponderEliminarEl arte está en descubrirlos a tiempo. Un abrazo
Aysss, qué de mala leche se me pone a mí con eta panda de gente hipócrita que por delante florecen y por detrás se envilecen y clavan la puñalada!
ResponderEliminarBesos.
Hay mucho pájaro/a con cara de tiernas ovejitas, o de mecenas. Llegan con el dinero en la mano, por delante, que es lo que nos hace falta, curiosamente.
ResponderEliminarUn abrazo Marcos
Da igual ir con 7 ojos, Juan, porque al final te la pega el familiar, el amigo, el conocido de toda la vida. A los que para colmo se les suele decir: Nada, hombre, contigo no hay problema, ni contrato ni nada. Palabras que luego roen las tripas.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola Marinel.
ResponderEliminarHay de todo, gente que al final no le salen las cuentas, que encarga más trabajo del que puede pagar, que no se la ve con mala fe. Pero el poema va para el otro, para el que viene a engañar desde el minuto 1.
Un abrazo