juanitorisuelorente -

martes, 13 de diciembre de 2011

NAVIDAD


Se acerca la navidad y sus gastos obligados e innecesarios.
Muchas familias se enfrentan a la disyuntiva de gastar lo que no tienen, o de decir: estos son unos días como otros y hasta aquí hemos llegado.
El seguir alimentando la farsa o el enfrentarse a la pareja y a los hijos con la cartilla del banco en la mano, los bolsillos vacíos y la mirada perdida en la nada.

Se acerca la navidad y esos días entrañables en los que la familia se reúne alrededor de la buena mesa y el buen beber, de los regalos para todos. Días en los que enterrar al resto del año y asistir al nacimiento del siguiente con la esperanza renovada, con el estómago atiborrado de buenos deseos, de tanto restringido y racionado.

Todos los medios, e incluso lo tallado en la roca de nuestra irresponsabilidad, animan al consumo. Los precios suben, y nos da igual pagar por un artículo-rey en la mesa lo que nos pidan.
Se saca de donde no hay porque así lo hace todo el mundo, porque todo no van a ser problemas y pasar calamidades, porque algún capricho hay que darse, porque la navidad ha de ser, más o menos, como Dios manda, aunque así lo haya establecido Dios sabe quién.

No voy a incidir en como están las cosas en ésta ciudad, mal en cualquier rincón de Andalucía, pero aquí, lo sabemos todos, requetemal.
Las calles centrales siguen casi desiertas, los negocios casi vacíos, el trabajo camina por sus horas más bajas, por el abismo de lo más profundo conocido.
La gente no tiene un duro –digo duro por volver a las raíces-, ni por ahora esperanza de conseguirlo.

Y llega la navidad. Y con ella lo obligado: los mantecados, el marisco, la lotería (…por ver, por ver…), la carne de 1ª, el caviar, el buen rioja…

Pero señores, lo que no se puede no se debe –ya pasó con las hipotecas-. Si esos días hay que comer pollo con vino peleón o hacer unas migas no pasa nada. Que ello no atraiga la depre o el mea culpa. Si los niños han de conformarse con un juguete de lo mínimo o ninguno así van tomando conciencia de qué va esto. Que saquen del arsenal de armario las Wii, las Play, los cerros de juegos, las muñecas Famosa a las que solo les falta la pila,  las Barbie con o sin Kent, y arrimen el hombro sin un mal mohín.

Las familias han de seguir reuniéndose, ninguna debería dejar de hacerlo por mal que esté, es lo bonito de estas fiestas, lo más importante, aunque lleguen de nuevo y por 4º o 5º año consecutivo en mala hora, pero eso sí, con la mirada fría en el gasto, sopesando en la balanza sus verdaderas posibilidades.
Habrá quienes puedan más, quienes menos, pero unos pueden ceder y otros dar un pasito a ese punto medio, el de la piña, en el que el plato rey o reina sea la armonía.

El 7 de enero –por cierto mi cumpleaños- habrá pasado todo. Habrá que enfrentarse a la primera cuesta del año. El estómago estará pesado pero vacío, y todos sus excesos andarán flotando de igual forma y para lo mismo en el Matadero (para los no locales es el arroyo donde desembocan todos…las…bueno…ya saben…)

6 comentarios:

  1. Muy bien Juan, si se puede se puede, pero si no se puede se fríen unas papas con huevos, se preparan unas naranjas en aceite y a mojar sopas, ummmmm... por Dios, qué cosa más rica.

    La pulsera de oro será este año de cuero y la Play la cambiamos por el parchís que es mucho más divertido.
    Lo importante es reunirse, no renegar de las fiestas porque sí, el tope del gasto lo ponemos nosotros.

    Un abrazo.

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  2. Tienes toda la razón, Juan Risueño.Cuando se puede, se puede, y cuando no, pues no.
    Para nosotros la Navidad es sólo un negocio en que con la excusa de la celebración de una tradición se abusa en los precios. Sin embargo, la celebramos porque es la única ocasión en que hacemos un esfuerzo por reunirnos toda la familia, que está dispersa por España.La crisis hace que este año me falten dos hijos que viven en Valencia y Castellón respectivamente.Un abrazo

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  3. Nochebuena o fin de año no sé lo que pasa que suele sobrar casi toda la comida. Picoteamos, nos tomamos tres cervezas seguidas y luego ya no entra ni gloria bendita.
    Por eso lo escrito, Elena, y porque lo importante es que la familia que suela reunirse -salvo la puñetera de siempre- se siga reuniendo. Para que no decaiga la esencia de ésta fiesta, aunque no estemos para fiestas.

    Un abrazo

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  4. Estoy seguro que, como dice Elena, aunque le pusieras a tus hijos unas papas con huevos lo más importante sería tenerlos con vosotros. Si éstas navidades no puede ser por la distancia y las cosas de la vida no pasa nada, a vosotros os tocará ir cuando podáis. Y habrá que esperar a tiempos mejores que seguro estarán al caer, porque peores...

    Un abrazo Juan

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  5. Muy cierto!, la navidad no es lo material.

    Hay que rescatar el verdadero sentido de la navidad, renovar el espíritu y valorar más que nunca a quienes tenemos a lado, sin olvidar compartir con quien menos tiene.

    Abrazos alados, Juanito.

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  6. Es la esencia que, esos años de vacas gordas, esa locura por el consumo, habían difuminado. Es lo importante. Qué más da uno u otro regalo, o ninguno, o la calidad de los platos que haya en la mesa.

    Un abrazo Diana

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