La culpa tiene su invierno.
Ya en sus bordes,
sin aire exterior,
es terror agredido.
Ya sin más daño
que el propio,
ya sin más herrumbre
que la derrota y la sumisión
es maldad sin amenaza.
La culpa tiene infaustos principios
tras finales fieros.
La culpa hace frío.
No le caben más hogueras
a su silencio de luto.
La culpa es un alimento que cae muy pesado y es mas repetitivo que el ajo..lo bueno es que, para cada culpa hay una disculpa...bss
ResponderEliminarQué acertado tu helador poema. Me ha encantado el primer verso, y ese que dice "la culpa hace frío" Es estupendo, Juan... mucha imaginación. Un abrazo.
ResponderEliminarMe pasa a veces que un poema no me llega por su significado, sino por su forma, o su ritmo. Hay mucha metafora para revelar aca. Siempre apurado, quizas no lo haga nunca.
ResponderEliminarPero, no queria dejar de decirte que, aunque no lo entienda, aunque crea no entenderlo, me parece profundamente hermoso.
La culpa trae remordimientos.
ResponderEliminarUn abrazo Juan
Me pasa como a "Discurso Bravo", la verdad es que me interesa poco el fondo de un poema, a mí me llena la forma, la metáfora, y en eso tú eres un maestro.
ResponderEliminarUn abrazo Juan.
A las culpas de toda una vida ya no les vale el aceite de ricino, Mirella.
ResponderEliminarUn abrazo
Es que es así. Llega un momento en la vida que la culpa sólo provoca el frío más desesperanzado: el de la soledad interior.
ResponderEliminarGracias Marcos. Un abrazo
Hola Discurso Bravo, mi amigo argentino que me visita a menudo y apenas me comenta. Te lo agradezco igual, de corazón te lo digo. La verdad -primordial- es que escribo para que me leáis y no para tener 80 comentarios del tipo Hola cómo estás, que también -por qué no decirlo- me agradaría.
ResponderEliminarA mí también me pasa cuando os visito que leo cosas que no entiendo a la primera y no tengo tiempo de pararme a pensar, y que veces vuelvo y a veces no -el tiempo es oro, aunque ahora del malo, ese que dicen del moro-.
Gracias. Un abrazo
Sí, Marian, y más si uno logra darse cuenta, aunque parezca hacerse el sueco.
ResponderEliminarEste poema no es gratuito, ya que no he necesitado pensarlo sino verlo.
Un abrazo
¿Maestro? será albañil, Elena. En eso imagino que sí ya que llevo desde los catorce años y algo se ha pegado. ¿En esto?, ya son palabras mayores.
ResponderEliminarEs cierto -te doy la razón- que hay poemas que enganchan y no por su significado.
Un abrazo
Muy bueno. Juan. La culpa hace frío; pero ¿que es la culpa? Uno se siente culpable a veces por no actuar de acuerdo a determinadas maneras, leyes o principios impuestos por la sociedad o las creencias; pero ¿quiénes son ellos para juzgar lo que es bueno o malo? ¿Qué es bueno y qué es malo?
ResponderEliminarYo me siento culpable de no haber roto esas reglas cuando pude hacerlo; culpable de haber transigido con el qué dirán en vez de buscar mi felicidad de acuerdo a mi conciencia. Las reglas, dicen, están para saltárselas. ¡UF!, ya me he enrrollado otra vez. Perdona. Un abrazo
La culpa no tiene color ni sabor pero aprieta en la conciencia, ella que a veces no sabe lo que es tenerla. Porque no hablo de culpa al uso sino de culpa culpa, de la gorda, de esa que a sí misma -es el colmo- no se culpa.
ResponderEliminarLas otras no son culpas, Juan, como esas que citas, sino modos de entender la vida.
Un abrazo
Pd.- Anda que pa rollo el mío