juanitorisuelorente -

lunes, 30 de enero de 2012

GUASEO


Estoy metido en camisa de once varas. De nuevo. En un embote de órdago. Lo que empezó como una broma a alguien singular ahora no puedo pararlo. Siempre me ocurre. Aunque con otras cosas. Yo soy una persona seria. La culpa la tiene la Macrocefalosis, “Síndrome de cabezonería peliaguda y progresiva”, la llamó un psiquiatra un poco pavo. Aunque otro más fiable dijo Agniosis, “Manía obsesiva transitoria”. No sé a qué agarrarme. No, no crean que estoy loco. Lo de visitar a tanto psiquiatra - y eso después de escudriñar en vano en la Seguridad Social  toda
opción posible – fue obra de mi padre. Y es que se regocijaba cuando me daba por trabajar sin parar –aunque tuviera  que zalearme para que parase a comer o dormir de vez en cuando, poco- y no tenía consuelo cuando mi único afán era tirarme en una cama. Soy así. A lo mejor no soy un caso normal. Lo sé. Para muchas cosas de las que hago es bueno, sobre todo para el trabajo que nunca me ha faltado. Luego pues, a ver, cosas agradables y cosas menos agradables. Yo sólo puedo contarles que me ocurre de improviso, que no es siempre ni en todo lo que hago, por eso no puedo elegir o discernir. Siempre aparece por algo en particular y con un estado de ánimo en particular. Como si en mi cabeza chispearan los cables y me importara un rábano todo, menos lo que tengo delante. Valga el ejemplo de cuando, aunque conduzco a menudo, me subí al coche y tras llenar el depósito, me agarré al volante y no pude soltarlo hasta que se acabó la gasolina en una sierra solitaria  a quinientos kilómetros de mi casa, o un día que me dio por escribir y acabados todos los papeles que encontré seguí por las paredes, hasta que se dio cuenta mi madre. Y así todo. Suerte que sólo es a veces y cada vez más espaciado. Más espaciado porque ya casi lo controlo, porque cuando veo que el pensamiento se aleja para dejarme la cabeza en blanco -si no ha ido demasiado lejos- lo agarro de vuelta y lo callo. Eso, y  nunca relajarme y dejarme llevar como acaba de pasarme hace un rato. Creo que el bofetón  de una horrible señora – me estoy recuperando – ha hecho de insospechado antídoto. Ni de coña se lo diré a nadie, por si ese fuese el remedio, y menos a mi padre que me tiene ganas. De todos modos me he alejado de la ciudad y estoy sentado bajo un olivo, por si acaso. Debo no estar mal porque acierto a contarles otra metedura de pata –hasta el corvejón- lo que quiere decir que pienso y si pienso quiere decir que el guaseo ha pasado. ¿Guaseo de qué?, dirán ustedes. Pues eso, guaseo, guaseo. Todo empezó por un adefesio con una verruga en la nariz al lado de un pearcing. No he podido remediarlo. He reventado de risa en sus bigotes – también tenía -,  y cuando he regresado a la cordura el pensamiento ya estaba inmerso en la Agniosis.   Ya no pude pararlo.  Mi mirada comenzó a rebuscar  señoras horripilantes. Nunca creí que hubiese tantas. Una tras otra me he meado de risa en su presencia. Discúlpenme si me río porque maldita la gracia que tiene y mucho menos esa que no ha salido corriendo como las otras. ¿Y ahora qué hago, regreso a comprobarlo? ¿Y si no se me ha pasado? Como ven no es tan fácil. Esto duele. 

4 comentarios:

  1. ESPERO ESTEIS TODOS BIEN... DEL SUSTO PRODUCIDO POR EL TERREMOTO, ...su razón tienen , pero nunca por mucho que empeñen deberán decicir por nosotros.


    UN FUERTE ABRAZO JUAN:

    j.r.s.

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  2. Ha sido a las 3,40. Estaba en el aseo lavándome las manos para irme al trabajo y no he notado nada. Sí mi mujer que estaba sentada y ha gritado diciendo que le habían movido el sillón. Luego me han comentado que ha sido una sacudida muy pequeña y rápida precedida de un ruido como si pasara un camión por la calle. Da yuyu, aunque ésta no sea una zona en teoría proclive a grandes terremotos. Un susto.

    Un abrazo amigo Jose

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  3. Juan, he disfrutado con tu relato y he reído.Que no es facil en literatura.
    El relato me ha enganchado, lo mire y dije uf que largo, despues de la curiosidad vino el enganche.
    Realmente bueno, para mi gusto!!

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  4. Es ficticio, claro, pero a más de uno deberían quitarle la Agniosis de un buen guantazo.

    Me alegra que te haya gustado. Yo, en su día, me reí también escribiéndolo.

    Un abrazo

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