Decía
mi padre (lo hacía a menudo pero lo
recuerdo de un momento en particular: era camionero y un día en que yo le
acompañaba por el centro de Madrid enfilamos una amplia Avenida atestada de
coches en dirección contraria) que quién no sabe a donde va en como un ciego, y
aunque la susodicha cita no sea un ejemplo de lucubración sí me sirve siempre
para recordarle en las situaciones en que me veo inmerso y la clavo.
Decía
mi padre también (esto demasiado a menudo y sacado de un sketch de nuestra televisión en blanco y negro en que un
listillo sopesaba la inteligencia de un amigo al preguntarle qué era algo con
dos ruedas, un sillín, un manillar y dos pedales y que ante su negativa le
aclaró que eso era una bicicleta y volvió a preguntarle que era entonces algo
con cuatro ruedas, dos sillines, dos manillares y cuatro pedales, y el amigo
nada, como un pasmarote y le aclaró que eso no podía ser otra cosa que dos
bicicletas y que después y para
ponérselo fácil recurrió al elemental: huevo
es, la gallina lo pone... y el amigo sin pensarlo dijo lo que solía decir mi
padre y que es a lo que me refiero ahora) que tres bicicletas.
Decía
mi padre demasiado eso de tres bicicletas como diciendo al tema requerido que
le importaba poco a casi nada, mejor dicho nada y yo también lo digo, también
demasiado, aunque sólo sea para mí.
A
nada significativo de lo que se hereda hay que hacerle asco, uno porque es
gratuito y dos porque llega a ser la espita que a veces activa los recuerdos,
esos que apenas tienen cabida ni tiempo en nuestro cerebro ocupado.
Y
ya no hay que asombrarse cuando también decía mi padre algo tan alentador
hablando de esto o aquello “Y para qué” y yo sigo a pies juntillas. Bonito
ejemplo y el mío para mis hijos. No era un ejemplo aparente de tenacidad mi
padre, ni yo, deambulando, dando la misma respuesta a miles de preguntas y ante
las barreras el manido “para qué”. Pero nada es real y lo digo yo que conocí a
mi padre y me conozco. Esa es una fachada de puertas y ventanas tapiadas. Nada
entra y nada sale. Afuera, quizás, un iceberg a la deriva y dentro un fuego
candente donde aprueban con nota demasiadas cosas superfluas.
No
tengo un buen recuerdo de mi padre, ni malo; lo que logré de él tuve que
taladrarlo aunque bien es cierto que esos poros abiertos fueron la esencia que
impregnó mi carácter y mi empuje interior
a los frenos de la vida. Nada se le resistía, ni a mí se me resiste, es cierto,
en cientos, miles de batallas anónimas.
Poco importa pero se hace porque hay que hacerlo, y bien además. Sé que busco,
como él, en caminos manidos que no existen, que los cruzo constantemente sin
fijarme, que paso por ellos sin siquiera ver qué hay en ninguna parte, terriblemente
ciego con mis ojos bien abiertos, caminos que me llevan a destinos que se
diluyen cuando se alcanzan porque dan
paso a un nuevo avatar y eso me da pie a pensar que el “para qué” la
pronuncian, no personas cómodas y pacíficas sino seres intranquilos y
luchadores que no ven ninguna jodida respuesta a su esfuerzo y por tanto ningún
motivo que lo justifique salvo la estúpida supervivencia.
Decía
mi padre esto u lo otro y yo le hacía y no le hacía mucho caso. Nunca nos
llevamos bien, que yo recuerde. Nuestro cariño fue el de tirarnos trastos a la
cabeza que es un cariño como otro cuando se tira a no dar. Cariño al fin. Y que
siento ahora que no puedo dárselo. O sí, pero ya sólo de otro modo.
Que bien luces en tu andamio.
ResponderEliminarQue suerte saber hacerse una casa.
Y que bien escribes.
Oye no vienes por mi blog hace ya no se cuantas entradas. Sabes que si vengo es porque me gusta que tu también vayas.
Un abrazo Juan
Lo sabe de sobra... hay cosas que no se olvidan, y llegar al dia 5 y recordar el roscón con las velas es una de ellas.
ResponderEliminarUn beso
Mi trabajo es duro pero agradecido porque a diario se ven los resultados.
ResponderEliminarEn cambio llevo casi dos meses sin escribir nada. Publico de lo escrito. Mi duende andará de jarana.
Un abrazo Marian
Inma, ya sabes, él cumplía años el 5 de enero y yo el 7. Dos roscones, entonces, casi seguidos.
ResponderEliminarUn besito