Estamos aquí desamparados.
Tal vez junto al río
de otro tiempo,
en cualquier sitio
del viejo camino,
al calor de una noche,
de aquella noche ya olvidada.
El tiempo se nos escapa…
Ni siquiera recuerdo
tu sonrisa.
Aquella sonrisa
tan tuya.
Ahora todo es
demasiado conciso,
todo está demasiado claro.
¿Qué sentido tiene fingir?
Me humilla comprobar como tiemblan
mis manos. Tu mirada
lenta
y huidiza.
Miro a tu alrededor
la belleza innata de las cosas.
Qué lástima si nada de lo que nos importa
permanece.
Precioso Juan.
ResponderEliminar"Qué lástima si nada de lo que nos importa
permanece."
Un abrazo.
...mira!... a la sombra, JUAN, te asombrarás no habla , calla pero nadie la puede quitar...mientras estés y ella sea ella...un fuerte abrazo y me alegro que todo se quedo en un susto saludos para ti y los tuyos.
Eliminarj.r.s.
Pues, precísamente por ello hay que disfrutar en cada momento de lo que importa y es valioso para cada uno.
ResponderEliminar¡Biquiños!
Carmen
Después de toda una vida juntos imagino que ese pensamiento rondará la cabeza. Algo que habrá que aceptar, o no pensar.
ResponderEliminarUn abrazo Elena
Desde luego, Jose, hasta el final somos. Viejos de cuerpo, maduros de mente, unos niños siempre en los ojos. Proceso indeleble, bonito de entender.
ResponderEliminarUn abrazo, querido amigo
Disfrutar los pequeño momentos, a los que no les damos ninguna importancia, que son los más valiosos. Esos que luego llamarán -llamaremos, espero- la suma felicidad.
ResponderEliminarUn abrazo Carmen