Sorpresa,
capricho de todos llamarte
a eso que atiendes:
tu nombre.
Raro lo pronuncio.
Nimias suenan dos sílabas ajenas.
Rara tesitura que contempla
lo absurdo.
Consientes que no te nombre
tu nombre
y a menudo debes confesarlo
entero.
Raro no ser siempre uno mismo.
Átono breve te tacha.
Muy acertadas las palabras que dan comienzo a cada verso. Me quedo con el último de todos que cierra el poema con un broche estupendo.
ResponderEliminarHola Marcos. Mira, a mí muchos me llaman Juanito y no me molesta, pero a un Manuel, por ejemplo que le llamen Lolo o Lalo, o a un Antonio llamarle Nono, o como en decenas de casos en los que sintetiza hasta lo... a mí me chirría.
ResponderEliminarUn abrazo