juanitorisuelorente -

lunes, 4 de junio de 2012

CURIOSIDAD


Ha pasado todo. Ha sido capaz. Pero no en la cabeza, tampoco en el corazón, ni cerca. En el estómago. Tuvo un instante de duda en el que quizá ha buscado un instante para pensar. Abre los brazos y la pistola le cuelga de uno de sus dedos.
Para pensar…para pensar…y ahora piensa que ya no hay nada que pensar. ¿Motivos? Bah, ¿impulso, bloqueo?, lo clásico: un callejón sin salida, una noche oscura, ni un solo ruido, ni un solo testigo…un disparo. Y ahora dolor
que va creciéndole en el pecho. Y la sangre que va humedeciendo su ropa, la tela de este sillón confortable, al lado de este gran ventanal donde ve difuminarse poco a poco las luces de una ciudad adormecida. Aprieta el dolor. Es insoportable. Empieza a sudar. Intenta volver a pensar. Nada. Intenta recordar algo de su vida, lo bueno, lo que ha hecho mal, y no puede. Está bloqueado. O demasiado relajado. Sin asumir realmente lo que ha hecho. Sin hacerse mucho menos a la idea. Cierra los ojos. Los abre.  Es imposible. Así es imposible. Desiste, así no se puede. No es lo mismo. Nadie puede morir sin estar muerto, haberse disparado estando aún la pistola –de plástico- sin empuñar sobre la mesa. 

4 comentarios:

  1. Actualmente hacen los juegos de la consola tan relaes que si te dispara el enemigo sangras y todo. Yo no juego, me da miedo.
    Feliz semana, Juanillo.Un abrazo

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    1. Sí, muchos suelen jugar a eso de matar y morirse -como esos juegos de las bolitas de pintura, el paint ball ¿lo he escrito bien?, da igual- pero primero y principal sin morirse.

      Un abrazo amigo Juan. Semana esperada, por necesaria, y esperemos que al final halagüeña. Hasta hoy, miércoles, bien, bien.

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  2. Respuestas
    1. Los que pretenden hacer eso la suelen comprar de verdad y usarla, y no lo cuentan a nadie, así que yo no me hubiese enterado jeje

      Un abrazo

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