Encienden las luces. Nace el
murmullo. Las risas. Algunos se levantan y miran hacia atrás. Comen pipas o
mascan chicles. Se acrecienta el ruido molesto de las bolsas de plástico al
hurgar en ellas. Ramiro queda inmóvil. No le apetece tomar nada y menos
levantarse. El argumento está trillado. Aun así regresa, lo recorre pensativo.
Detiene el coche en la cuneta. En
la soledad nocturna de una larga recta varias veces recorrida. Entonces rompe a
llorar.
¿Qué he hecho? La pregunta se
entremezcla con el golpe seco de la puerta al cerrarse. Está afuera. En la
calle. Mira a ambos lados y no ve a nadie. Entonces rastrea unos segundos las
voces conocidas en las ventanas abiertas y luces encendidas. Palpa en el
bolsillo las llaves del coche y respira aliviado.
Están viendo la tele. Se levanta
con una excusa. Las dos veces anteriores no había sido capaz. Tiene la media en
el bolsillo. Afianza sus puntas con ambas manos. La tensa. Está detrás de ella.
A dos pasos. A duras penas logra frenar ya el impulso manifiesto de matarla.
Volvió a enlazar el inicio con la
continuación de la historia. Llegaba tarde. Es su lema. Tres, cinco minutos, en
que volvía a elegir su sitio en la oscuridad casi absoluta, repitiendo esos
sonidos habituales pero que molestan a la gente…el crepitar de las chinas, el crujido al sentarse
de las sillas metálicas, el adaptar la mirada entre los cuerpos de delante…y al
tiempo empezando a captar las primeras imágenes: una pareja acabando de hacer
el amor -vuelve a lamentarse-, una persiana algo levantada, un hombre en la
calle mirando fijamente la ventana…
Ramiro continúa mirando con
fijeza la pantalla. Está dentro de ella. Proyectando la última bronca con
Teresa, un rato antes de venir aquí. Estaba harto. Cansado. Algo no funcionaba.
No tenía solución. Había bebido. Había estado aquí ayer. Ésta película le hizo
pensar. Hoy ha vuelto. No sabe bien ya para qué. Escurre alguna lágrima. Llora al
fin con disimulo. Apagan las luces. La gente se acomoda. El asesino continúa
llorando.
¿los asesinos llloran????yo creí que carecían de sentimientos.Ni llorando me dio pena Juanito.
ResponderEliminarMuy bueno y real, cada día ocurre uno así en cualquier parte de españa.Una desgracia ser tan animales.
Mil besitos
El asesino supongo que, ante lo irremediable, busca algo que justifique lo que no tiene justificación alguna. Por desgracia es real, sí, demasiado. Gracias Midala. Un beso
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