Crece de mí este ser que cada vez habla menos de antes. Que
construye al tiempo que se aleja de lo
construido. Que vuelve a preguntar sin haber obtenido todas las respuestas. Un
ser que me atiende, valora, al otro lado de lo sabido. Que es y no es
continuación. Que vive nuevo sobre la base vieja. Que renace de lo vivo. Sangre
de mi sangre. Preso de mi sangre. Preso
liberado del nunca. Que no huye. Que quiere ser, y solo buena parte de lo que
ha sido. Un ser que apoya en mis cimientos y parte visible sus nuevos deseos. No
puede haber, le digo y sabe, ruptura entre ser y ser, entre lo debido y lo
sentido. Y sonríe, y entre
mí despunta y se muestra, huye de lo tímido y la
seguridad de lo hecho, a hacer y hacer cumbres de la nada. Y me hace sentir
diferente sin ser otro. Con una energía ajena, de la que abandona el punto fijo
y curiosea. La que noto mirarme desde afuera, desde todos los espejos. Antes
sólo veían mis ojos, ahora ven y veo a mis ojos. Hablo desde el más absoluto
silencio. Observo las cosas, a los demás. Ser que llega justo a ser bastón
cuando me fallaban las fuerzas, a ser puerta de salida en el laberinto del
tiempo abocado a mirar a su sombra, tiempo cada vez más intenso de edades
pasadas, de búsquedas que fueron quedando atrás sin resultado. Llega de mi mano
a coger mi propia mano, de mi mente abriendo puertas y ventanas, aireando
humedades, y usa mi propia mi voz para decirme: “no todo está en vías de
acabarse. Un paso atrás son cinco adelante”. Es, fue, mi vida. Coger el testigo
y correr hasta la meta de cada anochecer, de cada rendir cuentas al día. Días
ahora de continuos amaneceres, plenos de nuevo de distancias, colores y
sabores. Llega sin edad a soñar de mí. A llevarme más allá de lo más lejos. Desde ser de lo que
soy y he sido a ser de mí mismo otra mente, y lo que recicla: su palabra.
Llega, estando, sin haberle conocido, hecho a golpes y caricias, al todo y a la
nada, de ser uña y carne mañanas y años futuros a ser ayer, todas las horas del
día, sus minutos e instantes. Llega con una luz en una mano y me muestra con la
otra caminos en mis caminos, adioses que no necesitarán despedidas, viajes
largos, muy largos, que no necesitarán ir muy lejos. Y calza zapatos de subir y
bajar inquietudes sin hacer ruido.
Esperanzadoras palabras." Un paso atrás, son cinco adelante". A veces, ocurre que es así. Muy buena frase. Y también excelente elección con la ilustración de cabecera. Abrazos
ResponderEliminarHay momentos en la vida -madura- en que no nos sirve solo el futuro para seguir adelante sino recuperar para que nos acompañe todo lo vivido, y de ahí esa frase: regresar no es un paso atrás. Un abrazo amigo
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