Acuna su rostro esbozando viajes
oscuros
-no dibuja rostros representando
el presente-.
Cayó el telón amargo ante sus
ojos duros.
No amanece fe en el paisaje
indolente.
Dibuja el capricho cada silencio
vivido
-lo justo remienda con hilo de
voces ajenas-.
En la superficie quedó el cariño
sufrido,
en lo profundo sembrado nadie a
manos llenas.
Expande la ruindad la esencia de
su perfume
-rocía éste tiempo que queda sin
esperanza,
impregna el dolor que la fría razón
asume-.
Aún arde la llama inquieta que
nada abrasa.
La mente le acerca ilusión sin
añoranza
un pasado cruel, vestigio fiel de que todo pasa.
El soneto es la forma clásica poética que más admiro y admiro al que hoy en día siguen intentando escribirla. Además el resultado es de una belleza que la poesía libre nunca obtendrá. Saludos y enhorabuena por este soneto.
ResponderEliminarEste soneto lo he retomado tras estar unos meses perdido entre papeles. Me he animado a terminarlo. Tiene su tiempo, y su intríngulis. Y si sale bien, no siempre, deja un buen sabor de boca.
ResponderEliminarGracias Marcos