Yo creo que lo que convierte en malo el trabajar es la obligación de hacerlo y el que te vigilen y te acosen con normas.Cuando se trabaja a gusto no cuentan las horas. Yo mismo, ahora que soy jubilado, me levanto a las seis y paso unas diez horas sentado al ordenador cada día y lo hago a gusto. Y, en cambio,antes me pesaban como una losa las 8 horas de jornada en la empresa en que trabajaba. Un abrazo
No creo que sea así Juan. Lo que pasa es que siempre añoramos las cosas cuando nos faltan, y entre ellas el trabajo. Yo seré un caso atípico, ya que me ha gustado trabajar, no en su aspecto mecánico sino en el creativo. Ahora que trabajo más o menos, bueno algo más que menos, que los reyes magos, el cuerpo se aperrea y sí, el agobio de antes lo hecho algo en falta, pero bueno... Un abrazo
Las ganas se diluyen en la imposibilidad de tenerlas. De nada sirve tener gana si no se puede hacer gran cosa. Pero eso sí, hay que tenerla entre algodones, por si acaso. Un abrazo Elena
Yo creo que lo que convierte en malo el trabajar es la obligación de hacerlo y el que te vigilen y te acosen con normas.Cuando se trabaja a gusto no cuentan las horas. Yo mismo, ahora que soy jubilado, me levanto a las seis y paso unas diez horas sentado al ordenador cada día y lo hago a gusto. Y, en cambio,antes me pesaban como una losa las 8 horas de jornada en la empresa en que trabajaba.
ResponderEliminarUn abrazo
Mal lo veo si las ganas de trabajar son nulas, así no vamos a ninguna parte.
ResponderEliminarUn abrazo Juan.
No creo que sea así Juan. Lo que pasa es que siempre añoramos las cosas cuando nos faltan, y entre ellas el trabajo. Yo seré un caso atípico, ya que me ha gustado trabajar, no en su aspecto mecánico sino en el creativo. Ahora que trabajo más o menos, bueno algo más que menos, que los reyes magos, el cuerpo se aperrea y sí, el agobio de antes lo hecho algo en falta, pero bueno... Un abrazo
ResponderEliminarLas ganas se diluyen en la imposibilidad de tenerlas. De nada sirve tener gana si no se puede hacer gran cosa. Pero eso sí, hay que tenerla entre algodones, por si acaso. Un abrazo Elena
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