La vida es un asunto, o un tema, o
una cosa muy seria. Asunto, tema o cosa, aunque haya quienes la llaman amiga e
incluso anden enamorados de ella.
Llamar amiga, amor, regalarle los
oídos, a ésta cosa –así le vale- que solo nos permite ser y estar es una
pérdida ingenua de tiempo, ya que la cosa ni es amiga, ni está enamorada de
nadie. Ya, bueno, tampoco es enemiga,
así que no debemos echarle la culpa de nuestros fracasos y menos de nuestros
miedos.
La vida es, pues eso, eso, que
también le vale como pronombre neutro. Eso, que no tiene olor, ni sabe a nada,
no tiene forma, ni sentido –al menos conocido, o entendido- , así que dejémonos
de chácharas.
La vida viene a ser como un
espacio, un recinto finito, donde solo nos regala tiempo. Puede que, además, como una mano invisible que escribe sin parar,
sin saltarse ni una sola coma, sobre nuestro día a día todo lo que no está
escrito. Y por qué no, como una balanza que nos pesa, sin errar en un solo
gramo, todo lo bueno o lo malo que vamos sembrando por este campo sin amo. Para
al fin ser, y de eso sí estoy de sobra convencido, como un empecinado juez que nos pasa, visto lo
visto, y con los datos sobre la mesa, revista y factura.
Así que de amigos o amores lo
justo. Aunque veamos carretera abierta o nos creamos que todo el monte es
orégano.
Asunto, tema, cosa, muy corta y
muy larga. Corta, claro, para lo bueno, y larga, larguísima –lógico- para lo
malo.
Muy seria, ya digo, y a la que hay
que tenerle, no temor, y sí un enorme respeto.
Ya sé, sí, ya sé, que cualquiera
de ustedes sabe lo que es la vida sin saber de ella, como todo el mundo, nada
en absoluto, a ver, qué les podría contar yo que no sepan.
Quizá, y por extenderme algo más,
que suele ayudar o golpear donde más place o donde más duele. Que tolera las
risitas pero no que nadie se marche al final de risitas. Que el bien tiene
siempre un camino mucho más duro y difícil, dedicación, gilipollez o esfuerzo,
que nunca parece bien recompensado. Que ajena a la suerte o la desgracia de cada uno solo ofrece el
mismo y compartido camino -unos andando, otros en burra y otros en BMW, por
ejemplo- . Un lugar común donde unos ganan y otros pierden sin necesidad de
jugar a nada.
Asunto, tema, cosa, cercana y
distante, risueña, pero muy seria, repito que digo.
Yo cada vez la entiendo más, y
menos.
El reparto de risas y lágrimas, en
su momento más inoportuno o adecuado, es su secreto mejor guardado.
Así que cuando me toca reír, por
si acaso, río hasta la última lágrima.
Jejeje, es mejor reír, sin duda y hasta la última lágrima. De momento, la peor característica que le encuentro a esta amiga " a la quye hay que respetar" es su fecha de caducidad. Un abrazo.
ResponderEliminarPero aún sigue en plena forma y hay que aprovechar. Lástima para los que creen que vivirán para siempre o se llevarán al otro barrio lo que tienen. Abrazo
EliminarEs verdad, la vida es como una plastelina que se amolda a cada medida, y a la forma que le vamos dando.
ResponderEliminarAbrazos alados, Juanito!
Nos amoldamos a ella y no ella a nosotros. Es así, Diana, mal que nos pese. Un besito
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