Y cuando te fuiste
estuve un tiempo
a tu lado,
confundido con la lluvia
y tus lágrimas.
Aún te veo caminar
a la luz de otras mañanas,
en una habitación oscura
mi vida parada,
un vaso de whisky que agarro
a tientas.
Salgo a buscarte
unos meses más tarde,
y te pareces a todas
las morenas, de pelo suelto,
ojos repintados y exceso de rimel
en los labios.
Volviste otra madrugada.
Tres son multitud,
dices siempre
ocupando tu sitio,
y rompiendo
algunas hojas en blanco
de mi diario secreto.
Tres son multitud, sobre todo para amarse.
ResponderEliminarMe gustó el poema, tiene su historia.
Un beso
Hay tomate, hablando entre amigos. Tres nunca ha sido un buen número para el amor.
EliminarUn abrazo Marian
Un gusto leerte Juan.
ResponderEliminarEso de "rompiendo algunas hojas en blanco de mi diario secreto" me pareció genial.
Una mente bloqueada escribe poco del deseo para afuera. Hay dependencias en el amor, cadenas inaceptables, que no se entienden. En fin, cada pareja es un mundo.
EliminarUn abrazo Orlando
Ah, que gran poema! Me ha encantado. Desde el primer al último verso, este canto a la femme fatal y al amor secreto es sobresaliente. Genial, amigo Juan
ResponderEliminarGracias Marcos. Algún caso me ha servido de modelo. El amor, o como se llame, por encima de lo que sea. Un abrazo
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