La miro muy de cerca,
y de lejos.
Veo rostros como piedras en la
ciudad
desierta,
figuras como muros de cada casa,
silencios, fríos viejos,
y de hoy mismo.
Ladra un perro hasta vaciarse.
Aprieta el calor.
El milagro
es despertar aquí,
y otro día caído.
No se mueve nada que me recuerde
tumulto,
ni ayeres en los ojos.
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