Josefina no sabe lo que quiere,
o quiere ser alguien. Nada, o alguien especial, pero no alguien en especial. Me
tiene loco. Ya no sé qué decirle.
- ¿Pero qué, quién?
- Yo que sé, Juan, alguien
- Pero, ¿y tú?
- ¿Yo?, ¿yo qué?
Josefina es una niña muy niña,
también muy mujer, refugios al gusto y para cuando le conviene. Y ahora anda atrapada,
dice ella, recorriendo, digo yo, el laberinto de insatisfacción general,
personal, en que todos nos hemos visto perdidos alguna vez.
Es una chica atractiva, tiene
novio, aunque no
habla de él con ternura, estudia y no se le da mal…
-
Tengo alguna inclinación -reconoce- pero ahora no sé,
no me gusta nada
Hablamos mucho, más porque sé
que le hace falta. Se ha cerrado en un lugar a oscuras y si no habla conmigo sé
que de esto no hablará con nadie.
Sus padres lo ven normal porque
así ha sido siempre. Y Paquito, su novio, igual ya que solo conoce de ella lo
que ella quiere que sepa, o sea poquito, y de lo que sólo importe para el día a
día, o la noche.
Pero en ella bulle magma a
borbotones que al no hallar salida al exterior vuelve a tragarse. Así arde en
un pastizal que destruye cualquier olor a primavera.
-
Juan, yo lo que quiero es saber…entender…
-
¿Qué, mi niña?
-
Todo…todo…, nada es como lo veo…nada es como lo siento…nada
es como lo quiero…, vivimos una vida falsa…es un engaño…y no, no…
-
No puede ser de otro modo, te lo he explicado cientos
de veces
-
Ya, ya
-
Las respuestas están en ti, afuera ya solo acogen lo
hecho, lo que ya eres
Se irrita. Frunce el gesto.
Derrite con la mirada una pared.
-
Yo lo que quiero saber es si algo sirve para algo –murmura
sin mirarme, luego regresa a su interior- ojala pudiera saber que pasará con el
resto de mi vida, qué tengo ahora que no tendré luego, que no sé que haya
tenido antes
-
Es más fácil de lo que crees. Debes disfrutar los instantes, los buenos
momentos…
-
¿Te refieres a no pensar?
-
No, no, a sonreír, ilusionarte, hacer cosas, activar el
sentido a todo lo que te rodea…
-
¿Para qué?
Soplo. Esto no me ha pasado
antes. Escribo y escribo y parece no servirle para nada. Sería fácil buscarle
una salida airosa pero Josefina no está por la labor. Y no, no voy a engañarles
con un final ameno, bonito como en los cuentos o las películas de antes. La
dejo hacer.
Mientras tanto opino: Josefina
expresa el desencanto de muchos jóvenes que ante esa frontera invisible del no
ser se quedan deambulando por el yo qué sé y el tampoco me importa. Jóvenes que
se preguntan y se responden sin palabras. Con silencios sin ninguna explicación.
Llenando vacíos de nada. Habitando abismos o cielos de poca o nula esperanza.
Yo lo sé. Pero no puedo decírselo.
- Josefina,
tus padres, tu novio te quieren. La vida te quiere. Vive por ellos
- No
sé, Juan, si no sé vivir por mí cómo sabré hacerlo por nadie
- Pues
hazlo por nada
- ¿Nada
es todo lo que se te ocurre?
- Nada
es todo lo que hay. Y todo es mucho para ser nada. Pero eso ya lo sabes
- Sí
Sonríe. Algo es algo.
-
Josefina, el tiempo que se pierde algún día ansiarás ir
a buscarlo. Pero eso ya no podrá ser. A mí me ha pasado
Me mira a los ojos fijamente.
Por primera vez le brillan. Cae una lágrima. Nacerá un río de esa lágrima.
Estoy convencido.
-
Eres muy tonto, me has hecho llorar como a una niña –susurra
más mujer que nunca
Se acerca a una foto de sus
padres, al lado hay otra de Pedrito. Sonríen.
Se mira a un espejo y se hace gestos
con burla…
Impecable relato con visos de realidad.
ResponderEliminarImpecables Josefina y Juan.
Un abrazo
La voz de algunas conciencias, Mª Pilar
ResponderEliminarUn abrazo