Casa Jacinto:
Quiosco de tebeos y golosinas
para niños,
y de revistas porno escondidas
para hojearlas con los afines
a puerta cerrada.
Asiduo en mi adolescencia
a Pumby, TBO, al Capitán Trueno,
a mi natural y no menguada
atracción por el sexo femenino
no entendía esos rumores
que lo descabalgaban de lo racional,
condenándolo al mundo a medias
de lo que entonces me consolaba
y hervía en solitario.
Mariquita de leyenda,
pionero en mi memoria,
de andar patoso, voz blandengue
y risa desmesurada,
mirada huidiza que sin duda
hurgaría
en los movimientos y los gestos
que en mí no había.
Hoy maricón viejo y solitario,
limpio y desangelado,
de desahogo en mocetón hercúleo
cada primero de mes,
de días de ansiada espera
y resurgimiento,
para hundirse arisco en la estrechez,
en el tenso vacío de la
convivencia.
Persona integra,
pisoteó el matorral de la apariencia
desvelando el icono,
la autenticidad de su deseo.
Símbolo
-con no más de media docena-,
cara y nombre
para quienes hoy lo sufren y lo niegan.
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