La cuidadora
es la mano del mundo,
un préstamo de vida,
es la esperanza de muerte
digna,
pies y manos en paciente espera.
La cuidadora
es un pájaro sin alas,
un corazón que reina en su
tierra,
sus latidos,
un brote donde nadie siembra,
es la palabra sola
de un trabajo sin nombre,
impagado, que el dinero araña.
(para
Rafi)
Cuánto debemos a esas personas que pagadas o no lo dejan todo por cuidar a otra.
ResponderEliminarCuántas hijas lo hacen con sus padres, de forma callada sin recibir ni siquiera el reconocimiento del resto de la familia.
Saludos Juan.
Hay que admirar profundamente a esas mujeres abnegadas que cuidan de verdad y con cariño a esas otras,ancianas ya,que sin esas cuidadoras, hijas o no-sus bastones-vivirían sus últimos años descorazonadoramente.
ResponderEliminarUn beso.
Preciosa dedicatoria! Grandes de espíritu son las personas entregadas a hacer más llevadera la vida de quienes necesitan cuidados.
ResponderEliminarSaludos desde Asturias, mi preciado Juan.
Mi mujer, Rafi, estuvo cuidando a su padre hasta su fallecimiento, hace casi un año, y con la ayuda, en lo posible, mía y de mi hija. Ahora está cuidando a su madre y este poema que le escribí entonces bien vale para lo mismo: un mínimo homenaje, que merece.
ResponderEliminarHe de decir que tiene un hermano, cuñada y sobrinos, y están como se suele decir: MISING (para cobrar luego, no creo)
Un abrazo Elena
No tiene precio, Marinel, ni con ayudas ni sin ayudas. Esto o se hace porque se quiere o no se hace, ya que coharta mucho la vida, la reduce, como bien dijo en Nada Laforet aunque en otro sentido, a un cielo muy pequeño.
ResponderEliminarCon los míos fue una hija más y yo con ella estoy haciendo lo mismo, sin un mal gesto. Es duro, pero deja.
Un abrazo, Marinel
A un mayor se le caerá el mundo encima si se haya alejado de su familia y en manos ajenas, no siempre amables. Pero bueno, también hay que entender que habrá familias que no puedan cargar con esa responsabilidad.
ResponderEliminarUn abrazo, Mª José