Sabes lo que haces. Día
a día deserta más y más
lo que debes.
Las mujeres tienen
tetas, barren, lavan, friegan, cuidan
a sus padres enfermos, mean
sentadas, saben más de esas cosas.
Ya sé que no lo dices.
Es trabajo más duro que verte
holgazán verte lejano y verdugo.
Sólo mirarle te acerca descorazonado
como un hombre misterioso,
con un corazón sin memoria.
“Es mi padre”-
balbuceas acertando a
recordar.
Sobre él caen tus ojos y los cierra
para evitarlos. Yo no piso tus hojas
muertas. Ni las recojo humedecidas.
Estoy cansada.
Y acabas de volver a irte.
Es un poema duro, casi diría que acongojado viendo y sintiendo la impotencia o desgana ante ese padre cabizbajo...
ResponderEliminarUn beso.
Y además, viendo al hermano -único- lavarse las manos, de visita como se suele decir.
ResponderEliminarUn abrazo Marinel
QUE POEMA FUERTE QUERIDO JUAN.
ResponderEliminarES LA DURA REALIDAD DE MUCHOS, ESA APATIA QUE DESGASTA EL CORAZON.
BESITOS
Cruda realidad, Luján, y absurda.
ResponderEliminarEsa apatía suele destrozar alguna que otra familia.
Un abrazo