Mi peor momento de los últimos años
muy presente,
y varias opciones
desde la perspectiva que ahora tengo:
desde vivir de lo vivido
y fingir que no me importa
a buscar sentido a lo que no lo tiene.
Parece que fue ayer.
No podré llegar a ser otra cosa
y ahora ya no podré volver
a intentarlo.
Puede que sea un experto en esto
o algo así,
alguien que lo tiene
todo muy claro,
a quién preguntan en exceso,
endiosan o miran con mala cara
los que bullen desde lo hondo.
Todavía está caliente mi inicio
y pronto empezaré a no ser nadie,
delegaré en uno u otro mis cosas
en un proceso degenerativo indisoluble.
Llegaré a ser un jubilado abstraído
y no sabré disfrutarlo.
Todo pasa demasiado deprisa
y como siempre
me daré cuenta demasiado tarde.
..." que hermoso JUAN haber,estar,ser y aún vivirlo"...querido amigo siempre...j.r.s.
ResponderEliminarNo me arrepiento de nada de lo hecho, y menos de lo que hago, pero sí de su prisa.
ResponderEliminarLa vida corre, sin huir de nada y así la vista atrás nos acerca momentos que siempre pasaron ayer.
Un abrazo amigo Jose
Pues yo ya llegué a ser el jubilado astraido, que intenta no vivir sólo de recuerdos.
ResponderEliminarYo también digo que de nada me arrepiento; pero es de boca para afuera. Por dentro me remuerden las decisiones equivocadas que en ocasiones tomé y que de no hacerlo hubieran mejorado mi presente y el de mi familia. Un placer leerte, amigo. Abrazos.
La vida pasa demasiado rápido, es cierto, cuando nos queremos dar cuenta estamos en la mitad.
ResponderEliminarPero bueno todas las etapas son lindas y hay que sacar lo positivo de ellas.
Un beso enorme
Juan, a los catorce años, y recién salido del instituto porque tenía que trabajar -soy el mayor de 5 hermanos- me dio mi padre a elegir -eran otros tiempos- entre una serie de trabajos, y uno de ellos era repartir cartas en La General, entonces Caja de Ahorros de Granada, puesto que no quise de ninguna manera y el que entró en mi lugar es hoy director en Bailén -no digo que yo hubiera llegado a eso-, y le dije a mi padre ante su sorpresa que quería ser albañil. Cuarenta años después no me arrepiento, pero de vez en cuando -tienes razón- miro atrás a hurtadillas.
ResponderEliminarGracias Juan. Un abrazo
Yo, con 54, no diría que ande en la mitad, sino a esa edad "donde no se es más si se alcanza sino si se recobra", versos del poema que os ofrezco hoy: OCÉANOS DE TIEMPO.
ResponderEliminarUn abrazo Luján