En ningún lugar estoy a salvo;
quitada la ropa el alma se aferra.
Se desnudan las señoras muy despacio
como disfrutando de liberarse. Cuando
abren los ojos muchas veces hallan
mi cuerpo dormido, mi aliento de charla
con los viejos. O corriendo a morir
todo el día.
Allí donde cae el mundo de mentira
duermen mis jóvenes llanos,
mis maduras colinas. Pocas hojas
que el viento arrancó del árbol.
Mañanas orgullosas a llorarse.
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