No es ceniza aún la herida
aunque ardió todo lo que tuvo que quemarse.
En el rescoldo aguanta la incertidumbre.
Treinta años de naufragios
y esa isla que todavía otean los ojos bajo el agua.
Una tiza dibuja luz en el lado más oscuro.
Y una puerta tras la que ella te espera.
Han enmudecido los gritos. El cadáver
de lo que fuiste has de enterrarlo primero.
Hay que morir para volver a renacer en cuestión de sentimientos.
ResponderEliminarSi no se hace así,no se puede ir más allá.
Besos.
Las segundas oportunidades deben ser principio, y jamás continuación.
ResponderEliminarUn abrazo Marinel
Y las terceras, y las cuartas...
ResponderEliminarNO debe ser fácil recomenzar tras treinta años.
Un abrazo grande y agradecido.
Treinta años de crónicas de una separación anunciada, y ésta segunda oportunidad que, cuanto menos, me ha dejado sorprendido. Espero que la decisión, por parte de ella, sea acertada.
ResponderEliminarMe alegra verte Laura. Un abrazo