Somos el día que nos separa,
la tarde que nos acerca,
la noche que nos une,
somos nuestros
y del mundo
al igual que las palabras.
Deja un sufrimiento íntimo
el placer cotidiano,
es un amor sin futuro
el amor a la vida
que deja amantes fatigados
que sueñan volver a casa.
Doble torrente aterciopelado:
las estrellas
y el cielo de tu cuerpo,
el crecer entre las cosas
y el volver para contarlo,
toda mi vida en mis manos
y toda mi vida en tus manos.
Visitarte, leerte, e irme con una sonrisa, para mí, es un triple placer.
ResponderEliminarBellas letras, Juanito.
Abrazos y besos de tu amiga alada.
Al verte nace el cuarto, Diana. Placeres mutuos.
ResponderEliminarUn besito querida amiga
Un placer verte siempre enamorado, y mientras más seamos más nos sumamos unos a otros.Un abrazo, Juanito
ResponderEliminarChapó por tu manera de sentir el amor y chapó por tu manera de decirlo.
ResponderEliminarUn abrazo Juan.
El amor, a los cincuenta y tantos, y con la misma persona de siempre, de toda la vida, no es acné juvenil, sino que anda enquistado dentro, y donde no hay quién lo extirpe. Es bonito, Pepi, cuando no llega a ser conformista.
ResponderEliminarUn abrazo
Es fácil, Elena, contar sobre lo que se sabe. y en cuanto al modo, pues según el día.
ResponderEliminarUn abrazo
Bellísimo... Un deleite para quienes amamos la poesía.
ResponderEliminarQue pases un finde maravilloso, mi preciado amigo.
Igual te deseo Mª José. Gracias por tus palabras, que animan.
ResponderEliminarUn abrazo