DE MUERTOS Y MUY VIVOS
Un teléfono que no suena
-venga usted a saber por qué razones-
empieza a ser un trasto inútil.
La espera aprieta el rostro
que no deja quietos los ojos,
desboca la mente hasta vaciarse
rodilla en tierra.
Las noticias repiten el frío
-tocan a muertos y a muy vivos-,
de nuevo volvemos a dormir cuando aprieta la gana,
soñar tampoco da ninguna explicación.
Y luego nos dirán muertos ahí descansa.
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