Desde la mas alta cima cercana te veo
entre la bruma. Nubes blancas y negras rápidas pasan,
suben
y se diluyen formando una atmósfera propia
que te hace distinta, como cubierta por un velo.
Tierra de polvo fino que el mínimo aire eleva,
pulmones de todo un pueblo que pierden su pureza,
trabajo que no falta y que no compensa,
barro, arte o cobijo que sangre lleva.
Aire fresco y puro alrededor en todas las sierras
y cañada dónde al cruzar el velo tiene sabor
a tabaco que no fumo o humo de chimenea
que siento como un vicio y a mis pulmones da color.
Días que son noches y noches más negras,
aire viciado. Vicio que he dejado
y de nada sirve. Lluvia y viento que a ratos deja.
Ciudad de fumadores que nunca han fumado.
Preciosa oda a la tierra que te vio nacer. No importa si el aire está viciado, ni la lluvia ni el viento, sino la esencia que la caracteriza y la hace única.
ResponderEliminarFeliz finde, mi preciado amigo, que lo disfrutes!
Mª José, aquí cuando el humo era nuestro cielo particular nos quejábamos y ahora, en cierto sentido, lo echamos de menos. La eterna canción, esa de no estar nunca contento con lo que se tiene.
ResponderEliminarUn abrazo querida amiga. Fin de semana parece lluvioso, pero bueno, de estar más en casa
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ResponderEliminarAsí es, había humo y era señal de que las cosas marchaban como tenían que marchar, trabajo y prosperidad para mi pueblo, ahora no hay humo y se añora...
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