Naces del silencio,
de las horas lánguidas, cerradas
a la noche transparente.
Porque primero fuiste silencio.
Cuando deshojo el trébol de las dudas
y un no siempre es la respuesta,
tras la montaña del cielo
esculpo tu figura,
ángel de polvo,
figura de espasmos de aire,
de presencia inocua
pero fértil,
adornada de ondas de niebla
y terciopelo que cubre
tus trazos dorados.
No importa.
Luego,
más tarde, algo más tarde,
cuando mi mente abre tu espacio secreto,
cúmulo donde me abandono y busco
restos que nunca llegaron a formarse,
donde soy en ti restos de mi memoria,
esos que me siguen de cerca
sujetos por un hilo que nunca he soltado,
sí, mujer, restos de fragmentos de eclosiones,
mantos de sentimientos que fueron sin ser,
esperpentos, figuras inconcretas
de besos que recoge el viento, fríos,
demasiados, todos sin alma,
de palabras repetidas por otros
hasta la saciedad,
y escriba tu historia,
paso a paso, vivida sin vivir,
real como los firmes deseos,
opera prima con la fe de los inocentes,
de los que lo saben de primera mano
pero de libros y sueños,
entonces, entro en ti, amor,
respetuoso,
tranquilo, sereno,
con la llama viva de la ilusión,
y la esperanza,
preguntando siempre en vano
por el lugar y tu nombre.
Hermoso poema Juanito, lo he palpado como el azul del cielo, con mucha claridad y sensibilidad.
ResponderEliminarUn abrazo en el alma, saludos!
Wow...! Qué maravilla de poema! Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarFeliz semana, poeta.
Valla pasada Juan !!, un poema muy bonito, me ha gustado muchísimo.
ResponderEliminarUn abrazo !!
Tiene unos cuantos años este apunte sobre la eterna búsqueda de la inspiración.
ResponderEliminarUn abrazo Diana
Me alegra tu opinión, Mª José. Compartir es de lo que esto trata si no qué sentido tiene.
ResponderEliminarBuena semana querida amiga
Gracias Luis. Un abrazo, amigo.
ResponderEliminarPerdona si no te visito lo que debiera. El tiempo no anda mis pasos.