Tiene manos mi cuerpo encendido
que no apagan su visible laberinto.
Luz dejan palpitar dentro del espejo.
Y escriben al aire.
Y a ellas se acercan ojos de ríos fugaces,
maduros latidos,
se miran silencios dormidos
con cierta esperanza.
Esperanza... esa dama que en ocasiones lejos se halla pero que a la vez, sin previo aviso, se instala en nuestras mentes para empujarnos y ayudarnos a tirar hacia adelante.
Porque la esperanza jamás debe perderse.
ResponderEliminarUn abrazo, y feliz inicio de semana.
Del aire vivo, porque aire soy. De ahí me alimento.
ResponderEliminarSaludos y buen domingo.
"Y a ellas se acercan ojos de ríos fugaces,"
ResponderEliminarY forman mis ojos parte de ese río.
Un abrazo Juan.
Esperanza... esa dama que en ocasiones lejos se halla pero que a la vez, sin previo aviso, se instala en nuestras mentes para empujarnos y ayudarnos a tirar hacia adelante.
ResponderEliminarMe han agradado tus versos. Te sigo. :)
La esperanza es una pieza del motor de la vida. Sin ella sencillamente no arranca.
ResponderEliminarUn abrazo Mª José
Somos almas volátiles, cuerpos que no paran de saltar, por si acaso.
ResponderEliminarSaludos Antonio
Ojos que a ratos nadan en el río de la ilusión, y por qué no de la utopía.
ResponderEliminarUn abrazo Elena
Hola Lunnaris.
ResponderEliminarLa esperanza son manos invisibles, vivaces, que nos empujan siempre hacia adelante, que no quieren muermos en casa.
Gracias por seguirme. Saludos