Para
esto no fuimos a la escuela.
No
hizo falta que nadie nos dijera qué quería decir aquella mirada
unida por primera vez, aquel primer beso que pronto olvidó la
cuenta.
Aprendimos,
amor, sin ningún maestro,
sin
necesidad de título o aplauso, sin haber contestado preguntas
embarazosas,
embarazosas,
hablar
de ti, de mí,
apretar
las manos,
compartir
calores y sueños,
solo
eso, para empezar,
luego,
hablar de ti, de mí, apretar las manos, compartir calores y sueños,
para seguir, y contar sin pesar los años.
Lo
nuestro, amor, no estaba en los libros,
haberlo
leído, haberlo escrito, fue, es, un aprender nuestro.
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