A
pesar del desasosiego
hay
gestos que lo desalojan e instalan
un
instante de cierta, tangible importancia.
Está
solo en calidad de huésped,
y
sin embargo como firme esencia
de
algún tiempo enterrado,
como
una luz tenue en el umbral de un silencio
que
quedó mudo, a pesar de todo.
Gestos
inesperados que vuelven candentes
a
miradas frías e indiferentes,
a
sentimientos hundidos en lo imposible.
A
pesar de la incomodidad
es
grato anudar un hilo roto,
recuperar
algunas brasas, acaso,
que
si bien poco avivan, algo tiemplan.
Hoy
un gesto ha cabalgado hasta el punto de partida
para
olvidar una carrera amarga, y su inutilidad,
un
gesto que ha devuelto el sentido a lo discutible,
a
la razón de cada uno,
aunque ya de poco nos sirva.
A
Miguel
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