Me asomo al tiempo.
Veo a aquel niño alegre e
ilusionado
que con ardor recrimina,
al adolescente que lucha por
quedarse,
al viejo que ataja y
aglutina.
Veo la mirada triste y
ausente
de quién no se recreó en
los momentos
y los busca ahora en los
fantasmas de su mente.
Al cuerpo frenado por la
realidad cruda,
los proyectos que ruedan la
pendiente descendente,
tu presencia, única luz de
mi vida oscura.
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