Viendo de nuevo “Atmósfera cero” –un remake futurista de “Solo
ante el peligro”, me vienen a la cabeza decenas de situaciones similares ajenas
todas, claro, a la película.
Una asfixiante intriga para un mal guión
cinematográfico bien puede ser cuando me enfrenté a mi primera chimenea tipo
francesa, allá por el 78, y sin tener ni idea -ni siquiera de haberlas visto
haciéndolas, ni hechas-, y con el dueño sin irse ni a mear aunque le había
jurado para tranquilizarle que era pan comido. Salió bien –de casualidad- y al
día de hoy habré firmado unas doscientas. ¿Qué hubiera pasado si la primera
sale mal?, ya ni me pregunto.
O solo ante el peligro ante mi primera bóveda de
rasillas para una escalera –me gustaba darles ese punto al límite de su
resistencia-, trabajo que daban muchos buenos
maestros de lado y que hoy ya casi nadie
hace evitando problemas por la sencillez y rapidez del hormigón o las IPN.
O solo ante el peligro ante mi primera fachada de
ladrillo visto en un lugar súper transitado, de dos plantas de altura y dando a
dos calles; 10.000 ladrillos y los
dueños –eran mis tíos, no por ello menos
exigentes- esperando, yo también –que se fueran-. Salió bien –puede verse- y
siguieron otras donde poco a poco, y por la jodida confianza, me fui recreando
como un ninfomaníaco.
O solo ante el peligro ante…, yo qué sé, decenas de
retos a que obliga la diversidad de mi trabajo –cuarenta años dan para mucho-.
Y por estar metido siempre en berenjenales, porque
me gusta complicarme la vida, me llaman de todo, pero yo sólo me llamo Juan
–Juanito-, un Gary Cooper o un Sean Connery sólo de la paleta.
Imagino que esos temores son normales cuando uno se enfrenta por primera vez a cualquier actividad, ahora estoy segura de que realizas tu trabajo con toda la seguridad que da la experiencia.
ResponderEliminarUn abrazo Juan.
Siempre he tenido mucha fuerza de voluntad y me ha gustado meterme en fregados teniendo solo una leve idea. Trasmitía seguridad y eso a la gente la tranquilizaba, me dejaba hacer a mi antojo. Y así, haciendo, es el único modo de la que la experiencia madure.
ResponderEliminarUn abrazo Elena