Somos aquellos
que llegaron hasta aquí
y estos de ahora
que no se mueven.
Nos atrapó la
indeseada diosa blanca
de los días
estériles y olvidables. Diario
al que arranco
hojas que no recuerden
los muertos
vivos hasta su muerte.
Somos una ciudad
desecha
de humanidad que
lucha humana
por construirse.
Uña y carne llamando
muerte a la mala
vida, vida al fin
a la buena
muerte.
Somos las manos
del monstruo
que azota los
días, las cálidas
manos que por cercanas
recuerdan.
Las que sólo
aprieta su desgracia.
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