juanitorisuelorente -

lunes, 28 de mayo de 2012

DAR VIDA


Suena el teléfono en la mesita del salón.

La abuela, que lleva toda la tarde mirándolo desde una habitación contigua, da un respingo del sillón.

Manolo, su yerno, bajando las escaleras apaga el móvil y descuelga el auricular. Y dice sin escuchar a nadie la frase de otras veces:
   -          Ah, sí, ¿tu madre?, ya se pone

Manolo deja el auricular sobre la mesita y se dirige al dormitorio donde la abuela le mira con ojos muy abiertos y una sonrisa de oreja a oreja.
 La ayuda a levantarse.
   -          Abuela, vamos, te llama tu hijo
   -          ¿Mi hijo? –exclama incrédula, aunque esperaba la llamada que su hija le había asegurado que se produciría ésta tarde

Manolo la sienta. Sus manos tiemblan al acercarlo al oído.

-          ¡Hijo mío, ay, hijo mío! ¿cómo estás? ¡ay, cuanto tiempo sin verte…ya no podía más…!
-          Ya sabes que no puedo ir, mamá. Estoy en Barcelona con toda la familia…ganando mucho dinero…

Manolo la deja y sube al piso de arriba. 
Las risas de la abuela, los besos al teléfono, su desbordante alegría retumban por toda la casa.
Manolo entra con sigilo al dormitorio.
Allí, Adelina, con un pañuelo en la boca imita como puede la voz de su hermano.

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