Ni una sola vez de tantas veces
ha sido suficiente.
No se ha colmado jamás de colmarse
la gana.
El vaso que la rebosa una y otra vez
vuelve a quedarse vacío
y no deja restos de líquido derramado.
Curioso éste fuego que provoca humedades.
Que arde y arde húmedo
hasta mojarnos encendidos.
Que nos deja rendidos,
exhaustos, muertos,
y aún así,
ansiamos pronto volver a provocarlo.
Ese es el deseo verdadero venido de la mano del amor.
ResponderEliminarBonito de veras.
Besos.
Qué suerte, Juan.
ResponderEliminarDisfrutadlo.
Un abrazo.
Si ese deseo no muere, dice mucho de un relación.
ResponderEliminarUn abrazo Marinel
Nada es un camino de rosas, Laura, pero no importan las espinas. Hay más bueno y con eso hay que quedarse.
ResponderEliminarUn abrazo