juanitorisuelorente -

martes, 29 de mayo de 2012

ENAMORADIZO


Alguien habla. Otro contesta. Hay una conversación animada.
Yo digo sí o no, sonrío, sin escuchar prácticamente a nadie.
Tú, creo, haces lo mismo.
Miro a uno u otro lado, a ti, a tus ojos. A veces coinciden. Instantes, fracciones de segundo en los que se hacen preguntas, muestran interés, algún, aún, imperceptible deseo, y de pronto se posan sin ningún rubor para confiarse algún secreto.
Me gustas. Lo sabes. Lo saben tus ojos. También
el resto de tu cuerpo. Que se estremece. Tu cuerpo, tú, que está entre todos y solo conmigo, hablando a solas, intentando conocernos. Es un idioma de signos, sin pasado alguno. Que desvela significados a cada gesto. Yo no te necesito, te digo. Lo sabes. Ni tú a mí. Lo sé.
Pero necesitamos. Necesitamos necesitarnos. Sentir que es cierta esta mentira. Por eso empezamos a mirarnos a tenernos. A pensar que significa el habernos tenido, el habernos poseído, una y cien veces, hasta que al ser algo habitual no nos traicione el ansia. Creer que es, ha sido, lo que no es, no ha sido, y con toda seguridad no será nunca. Penetramos, entonces, en nuestros ojos y se unen apasionados, hablan como viejos enamorados, como jóvenes fogosos, al fin y sin remedio, hechizados.
Uf. Hechizo del que con toda naturalidad hemos de salir con disimulo, al mundo real, para saludarnos con un leve apretón de manos  (shhh…me triplicas la edad, pero no me importa, alcanzo aún a susurrarle)

-          Juanito, ésta es mi mujer, Laura
-          Encantado, señora, un placer conocerla
-          Es el hijo de los López –le aclara D. Cosme a su mujer- un encanto de crío  

2 comentarios:

  1. Estimado camarada Juan:

    Así como tu fogoso relato va uno por el mundo enamorándose de la que no puedo por cuestiones propias de la edad y del decoro, creo yo. No hay que perder la ilusión: pasa por nosotros el tiempo, más nuestro espíritu es siempre de quince años, de ahí ese desacuerdo entre cuerpo y él.

    Abrazos fraternos en Amistad y Poesía verdaderas,

    Frank Ruffino

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  2. A mí, desde niño me gusta mirar a la gente a los ojos, en ellos hallo lo que busco o no de cualquier persona, y claro en algunas es contraproducente ya que puede parecer que abrigas otras intenciones. Pero no quita que enamoradizo siempre he sido, a veces y de nada, hasta las cachas jeje.

    Un abrazo amigo Frank

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