Negro
ha muerto en ti el verbo,
invadido,
entre promesas de ni uno más.
Llega
tarde esa tos que ya no calla,
el
dolor atado a la eternidad.
Hay
placeres que dejan los ojos
llenos
de oscuridad,
al
tiempo que oscurecen aún más
los
pozos más oscuros.
A
lomos del soplo ha cabalgado tu cuerpo
atado,
preso a su verdadera desolación.
¡Ah,
la vida, ese efímero corazón!
Hoy
no ha muerto la mejor de tus dudas,
sino
el peor de tus presagios.
Bella, me gusta.
ResponderEliminarAquí si encuentro belleza.
Un beso Juan
Dedicada a un conocido al que le tenía aprecio y que enterraron ayer a una edad demasiado temprana. Una pena. Un beso, Marian
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