Al
aire no le constan
palabras
sobre nosotros.
Es
cierto, nunca le hablé de ti,
nunca
le confié tu nombre.
A
tu nombre,
al
dolor de no tenerte,
lo
encarcelaron mis adentros.
Has
sido mía siempre
en
los reinos del nunca,
entre
silencios maltratados,
promesas
del ya veremos,
miradas
pronto de ceniza.
Presencias
tu recuerdo,
todo
cuanto te vi, creí que eras,
y
asientes porque es mi somos.
Hacemos
nuestra vida,
y
dado para la nada está todo
lo
que te pido, incierto gozo
que
no daña, amor que en vano se llama.
Tú,
sé, me tienes retenido,
por
un hoy imposible, con los ojos
hechos
a ver qué pasa.
Así,
todo lo que somos en sí se basta.
Es
nada, y existe.
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