Siguen
en el tejado las rosas,
al
lado de las goteras y las viejas
chimeneas.
No hay paz
en
la mísera estancia. Los silencios
hieren
en la mesa. Los ojos de colores.
La
vida vive por delante, no
tiene
el reloj parado. A veces
les
habla el aire. De él no les gusta
cuando
escribe en los adentros. Silba.
Hoy
les gusta este gato ojeroso.
También
el perro, que ladra confiado.
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