Huimos de
abrigar deseos
y así no
admitimos la derrota.
Que yo te quiera,
que tú me quieras,
no nos miente en
su propósito
que no es otro
que amarnos simplemente.
Hay amor de
abrigar sueños
en los silencios
del corazón.
No veremos en
las miradas hogares
desechos, y sí
instantes contra la soledad.
Detrás de las
palabras están todas y cada una
de las que
sabemos y no nos hemos dicho.
No importa.
¿Quién si no nosotros
las escucha
cuando cerramos los ojos?
Nuestro único
testigo es el silencio.
Tú
y yo sabemos que
solo el tiempo traerá,
o no,
la lluvia.
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