La casualidad
huye
con disimulo. No
se espera
para mirarnos, y
así no finge
decir adiós. Así
no vuelan
los rostros
desordenados, ni
los ojos leen
del corazón.
Tan lejos,
aunque tan cerca, andamos
otros caminos. Y
es su destino
la lejanía que
nos lleva
a donde somos. Ancho
y sabio es el mundo.
En unos metros
siembra abismos,
y verdades de lo
debido.
Hola Juan. Pendientes siempre de esa casualidad y ese destino. Un placer volver a la blogosfera, encontrarte y volverte a leer. Feliz verano, amigo.
ResponderEliminarHola Marcos, pues por aquí estamos...me alegra volver a verte por estos lares...el verano en casa, pero no nos podemos quejar. Igual te deseo, un abrazo...
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