Aquella tarde la mirada que insistió
en dibujarnos, hoy las manos
empeñadas en tatuarnos
burdos nombres en la arena.
Aquella tarde el deseo que desbordó
el pensamiento, hoy este espacio limitado,
dispuesto, que presiona nuestra necesidad
hasta ahogarnos hondamente.
Aquella tarde la sensación leve de un porqué
insospechado, hoy las sabias respuestas
que dos cuerpos letrados saben darnos.
Aquella tarde princesa, musa, sueño,
nadie, hoy crudo instante mancillado
que alivia la incertidumbre.
Aquella tarde el dolor se intensifico, Aquella tarde quedará grabada en la memoria hasta no quedar nada.
ResponderEliminarUn beso.
Mitos que destruyen una mínima relación...gracias Mercedes, un beso
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